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El brote de influenza o flu ha dejado al descubierto varias cosas, entre ellas priorizo:

 

  • gran confusión entre brote por el flu estacional o de temporada y brote por “H1N1”
  • gran miedo por los resultados publicitados de muerte y complicaciones reales entre afectados por la influenza
  • gran enredo sobre a quiénes vacunar: grupos de riesgo o a toda la población

 

 

  1. El brote estacional de esta infección viral se refiere a la enfermedad producida por los virus de la influenza que se consideran circularán alrededor del cambio de estación a la lluviosa. Son varias las cepas que se señalan durante el período de vigilancia y que son las que orientan sobre la manufactura de la vacuna de esa temporada. La cepa de influenza A H1N1, es una de ellas. Quizás por su particular agresividad, es la que hace más víctimas;

 

  • pero eso no significa que entonces haya 2 vacunas: “la vacuna contra el H1N1 y la vacuna contra el flu”

 

 

  1. Las muertes y las complicaciones secundarias a una infección por alguno de los virus de la influenza estacional suelen ser respiratorias pero también favorecen una incidencia puntual sobre órganos o sistemas disfuncionales, que pre existen en algunos pacientes por sus condiciones particulares –entre adultos- o por su inmadurez inmunológica, que los hace más vulnerables –los niños por debajo de los 5 años de edad y los prematuros que han sobrevivido con secuelas. Entonces, no es que todo infectado por alguna de las cepas de la influenza estacional va a morir.

 

  • Eso tampoco significa “bajar la guardia” y no cuidarse y no consultar por enfermedad.

 

 

 

  1. La vacunación es una práctica de medicina preventiva y no obedece a epidemias o muertes o enfermedades. Los pediatras estamos entrenados para educar a la comunidad sobre este concepto. Somos vacunadores por excelencia. Sabemos que es menos costoso prevenir que curar. Si vacunáramos a todos –imposible- todavía 5%, 20%, 40% o 60% enfermarían de las diferentes enfermedades para las que vacunamos. Pero vale la pena. Para organismos financieros y económicos mundiales, la vacunación sigue siendo la medida menos costosa y más efectiva para la salud y las economías de los países.

 

  • Lo que ocurre cuando faltan dosis de vacunas es que hay que darle paso a los grupos de mayor riesgo de complicarse y de morir

 

 

 

Recomendaciones y lecciones

 

Trataré de enumerar recomendaciones que, no son extrañas a lo que practico en mi clínica privada y que, no tienen por qué ser diferentes a lo que se debiera enseñar e instituir en las prácticas higiénicas en la salud pública, por parte de las autoridades, para facilitar y no obstruir la práctica de vacunar. El buen nombre de la vacuna y la vacunación proviene de una educación actualizada y continua sobre el asunto, no en mantener anécdotas y leyendas que nacen del desconocimiento objetivo; y, de un trato humanista con los pacientes.

 

 

  1. Todo el año y no solo frente a crisis se debe estar vacunando. Para eso hay un calendario y para eso se lleva un record de cada paciente
  2. El personal que vacuna debe ser amable y comprensible. A ningún niño le gusta el dolor de una hipodérmica, ni siquiera verla. A ninguna madre, una malacrianza o un comentario impropio mientras se vacuna
  3. No hay ninguna contraindicación absoluta para vacunar excepto alergia a uno de sus componentes. Esto significa que los mocos de la nariz, el estornudo, la tos y –ni siquiera- la fiebre contraindican la vacunación. Si esto se explica a las gentes, la práctica de la vacunación, la cobertura de la protección y el pronóstico de enfermedades prevenibles quedan bien parados
  4. Tiene que existir un sistema para llamar a los pacientes para recordar vacunas pendientes y para que los pacientes llamen para resolver consultas sobre la vacunación
  5. La campaña de vacunación debe hacerse desde las escuelas y, naturalmente, en los centros de salud y clínicas privadas. No se debe esperar a brotes para hablar de vacunaciones y vacunas
  6. En salud pública, las autoridades que vacunan deben ir donde están los niños y los pacientes; no esperar a que lleguen a los puestos de vacunación y asistir periódicamente a las escuelas para vacunar y revisar los records o carnets de vacunas
  7. En la práctica privada los pediatras deben desechar las ideas de tantos obstáculos para vacunar porque aunque tengan un buen sistema para rescatar pacientes, la vacunación se va postergando con resultados costosos
  8. El record de vacunación debe ser completo: nombre de quien manufactura la vacuna, lote de la vacuna, fecha de expiración de la vacuna. El record de vacunación tiene que ser mejor que el sistema de señalamientos de calles y avenidas, de dirección a la cual pueden transitar los autos y las salidas de autopistas de lo que hace gala nuestro sistema de tránsito terrestre. Este es un país con muchos visitantes, turistas y gente que entra y sale y que debe llevar un record decente y claro de cómo se vacunan sus hijos y los adultos. Cumplir con esta información es una obligación de quienes vacunamos
  9. Los pediatras somos los vacunadores por formación y convencimiento. Para el sistema de salud pública no hay mejor aliado. No tiene justificación no liberar las vacunas al mercado privado, como viene ocurriendo últimamente. Al sector privado no se le liberaron las vacunas del flu en los primeros meses del año. Se hizo ahora con el pico de la crisis, hace 3 semanas, en la primera semana del mes de junio de 2016. Igual andamos con las vacunas contra a tos ferina, contra la difteria, contra el tétanos y el polio como la vacuna contra la meningitis por el Haemophyllus influenzae. Ya se suman también los serios déficits de vacunas contra la varicela, el sarampión, las paperas y la rubeola. Cada entidad, el ministerio de salud, por un lado, y los distribuidores de vacunas, por el otro, da una excusa que la otra no aprueba. ¡La única unanimidad es la que surge de las epidemias!

 

 

 

Lo que hoy se hace con tanta urgencia y eficiencia ha sido sumamente costoso. Cuestan las hospitalizaciones. Cuestan las medicinas de los hospitalizados. Cuestan las consultas por enfermedad. Cuesta la movilización urgente de vacunas, de personal de salud, de pacientes.   No puedo hacer el cálculo, pero si estoy seguro de no equivocarme al afirmar que hacer la práctica de la vacunación una práctica predecible, concreta, puntual y objetiva tanto en lo científico como en el conocimiento de nuestra pobre cultura de vacunación convierte estos costos en fracción de lo que nos ha costado hoy.

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