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Existe esta generalización de que la marihuana es menos dañina que la nicotina y el alcohol.  Esto quizás por la forma cómo resultados observacionales en humanos o en animales de investigación, a finales del siglo pasado y durante la primera década de este siglo, se fueron dando con otras substancias o químicos.  Por ejemplo, el riesgo conocido de desarrollar dependencia por consumo de tabaco era de 32%, de heroína 23%, de cocaína 17% y de alcohol 13% mientras que de 9% o 1 en 9-11 entre quienes habrían consumido marihuana alguna vez[1].  Entre aquellos que usaron marihuana 5 o más veces, el riesgo de dependencia es 17%.[2]Sin embargo, entre aquellos que la usan diariamente, el riesgo es de 1 de cada 3[3].

 

En aquella década la edad promedio de iniciación en el uso de marihuana era de 16 años de edad[4]y un promedio de 4 años más tarde, a los 20 años de edad, el consumo de marihuana era diario.  Hoy es más temprana esa iniciación gracias a la legalización de su uso recreacional y medicinal en varios países.  Uno de cada 20 adolescentes entre los 12 y 14 años de edad ya se han iniciado en el uso de marihuana en los EEUU, 1 de cada 6 (16.8%) de los iniciados el año anterior progresaron hacia un trastorno de uso de marihuana (MUD) en los primeros 12 meses de la iniciación[5]. Esto refleja otra realidad contundente: un progreso acelerado hacia la dependencia, entre más temprano la iniciación más posibilidades de aumentar el consumo y mayor riesgo de crear dependencia o adicción con los consabidos efectos dañinos sobre la salud individual, tanto a corto plazo como a largo plazo.

 

 

Esto no se puede ignorar (ref.8):

 

 

 Edad                Prevalencia             Inicia      

                           de uso en vida        1 año      

                                                             antes

 

(años)                         (%)                    (%)

 

12                               1.4                     0.9

 

13                               4.6                     2.8

 

14                               10.3                   6.1

 

 

 

 

Estas son edades puntuales, la ventana crítica para la intervención educativa y formativa sobre este tema. Yo considero que las escuelas y las familias deben comenzar a hablar de adicciones a alcohol, tabaco, marihuana y drogas estupefacientes desde 2-3 años antes, es decir, desde los 9 años de edad. En el año 2015, se descubrió que un 15.5% de los niños en 8º grado (2º año de la secundaria, entre 13 y 14 años de edad) ya era fumadores de por vida de marihuana[6].  Entre los consumidores diarios, el 25% al 50% de ellos se hacen adictos.[7]

 

 

La nicotina mata en las décadas superiores de la edad, a los 60 o 70 años de edad.  El alcohol mata temprano siendo la primera causa de muerte por accidentes automovilísticos entre los jóvenes y adultos y deja una estela de daño en las familias con maltrato, deudas, enfermedades.  La marihuana produce daño neuronal cerebral que afecta el desarrollo de la capacidad cognitiva -la capacidad ejecutiva- del individuo y que nos distingue de otros seres vivos.  Este daño es evidente cuando el consumo de Cannabis ha comenzado desde temprano en la adolescencia o la pubertad.   Y su uso se extiende a muchos años a pesar de la franca disminución de funciones o deterioro intelectual.

 

Cannabis es también un modulador regulatorio de otros sistemas y lo que vemos con el trastorno de su uso crónico es una afectación en la motivación y en la energía necesaria para avanzar, para “echar pa’lante”, para lograr asuntos, para tener éxito en la vida, para progresar.  Son por lo menos 6 las funciones cognitivas que dañadas por el trastorno de uso de marihuana: memoria y aprendizaje, lenguaje, atención compleja, sociabilidad, percepción y habilidad motriz, todas ellas esenciales para conservar y desarrollar la capacidad de ejecutar.  Todo esto lo decapita la marihuana y poniendo en desventaja social y profesional, como laboral, a quien la consume.  La edad de inicio es crítica.  Por cada año de atraso en la iniciación de la marihuana disminuye en 31% el riesgo de presentar síntomas por abuso a la edad de 28 años[8].

 

El deterioro neuropsicológico por consumo persistente de marihuana, iniciado durante la adolescencia, antes de los 18 años de edad, es dramático cuando se mide desde los 13 años hasta los 38 años de edad con pruebas neuropsicológicas establecidas[9].  Este declive en el coeficiente intelectual es progresivamente más profundo y no se recupera cuando se deja de consumir la substancia después de establecido el daño neurológico.

 

A nivel estructural o morfológico de los cerebros de jóvenes adultos consumidores de marihuana recreativa comparados con los de jóvenes adultos no consumidores, ha mostrado repetidamente mediante estudios de resonancia magnética (MRI) y de emisiones de positrones (PET) alteraciones que son dependientes del grado de exposición en la matriz neuronal de las estructuras principales del circuito de la gratificación[10], circuito secuestrado por las drogas adictivas.

 

El rol de la marihuana en la generación de psicosis y esquizofrenia también has sido sugerido con estudios evaluando el primer episodio psicótico en adultos que usan marihuana concentrada )”shunk marijuana”).  En uno de estos estudios se examinaron pacientes en 5 países europeos y los resultados sugirieron riesgos entre 4.5 a 8 veces superiores entre consumidores de marihuana a presentar un primer episodio psicótico.  En Holanda y en el Reino Unido 35% y 39% respectivamente de nuevos episodios psicóticos se atribuyeron al consumo de marihuana.[11]

 

Las evidencias y los resultados de encuestas sobre el rol que juega la marihuana en los pacientes deprimidos y en la génesis de estados depresivos no deja duda de su carácter nocivo y riesgoso[12].  El adolescente suele automedicarse por situaciones agravadas por la incertidumbre, la desconfianza, su rebeldía, o sentirse incomprendido o fuera de su grupo. El consumo de marihuana puede ser esa medicina que busca, pero la droga que usa por pertenecer a un grupo, por la presión que ese grupo ejerce sobre él y otros, por curiosidad o incluso porque es familiar en su casa donde uno o los dos padres consumen se convierte en el factor insalubre que lo esclavizaría para el resto de su vida.

 

Los trastornos de los sentimientos, la ansiedad como los trastornos de stress postraumático parecen poder agravarse con el consumo de marihuana, y el riesgo de ideación suicida y suicidio es superior entre quienes consumen diariamente que entre los que no consumen.  Existe igualmente evidencia sustancial de la asociación entre el uso de marihuana y un aumento del riesgo de accidentes con vehículos motorizados.

 

Si bien es cierto que se dificulta ser más categórico cuando se trata de resumir sobre los efectos deletéreos a la salud y a la vida, igualmente es difícil dar pautas finales de las bondades de la marihuana.  Conociendo lo poco que conocemos, la prudencia debe ser la postura a tomar y evitar a toda costa que sean nuestros hijos pequeños, nuestros adolescentes y los jóvenes que se inician en la vida pública con un trabajo o una profesión quienes por ignorancia o por curiosidad, por abandono o por problemas de salud mental fracasen en sus planes como ciudadanos y entes sociales, agraven su salud o enfermen, expongan su felicidad al dolor y acorten los años de sus vidas.  Discutamos sobre esas 2 grandes avenidas cuyo costo:beneficio puede ser oneroso.

[1]Anthony JC, Warner LA & Kessler RCK Comparative epidemiology of dependence on tobacco, alcohol, controlled substances, and inhalants: basic findings from the National Comorbidity Survey. Experimental and Clinical Psychopharmacology. 1994.  2:244-268

[2]Hall W, Johnston L,& Donnelly N: Epidemiology of cannabis use and its consequences. In: H. Kalant,  W.A. Corrigal W. A. Hall, & R. Smart (Eds), The health effects of cannabis (p71-125). 1999. Toronto, Ont. Addiction Research Foundation.

[3]Kandel DC & Davies M: Progression to regular marijuana involvement: phenomenology and risk factors for near daily use. In: M. Glantz & R Pickents (Eds), Vulnerability to drug abuse. Washington, DC: American Psychological Association

[4]Stephens RS, Roffman RA & Simpson EE: Adult marijuana users seeking treatment. J Consulting Clinical Psychology. 1993. 61:1100-1104

[5]Forman-Hoffman VL, Glasheen C & Batts KR: Marijuana Use, Recent Marijuana Initition, and Progression to Marijuana Use Disorder Among YungMale and Female Adolescenets. Aged 12-14 Living in US Households. Subst Abuse. 2017;11: 1178221817711159 doi: 10.1177/1178221817711159

[6]Johnston LD O’Malley PM, Miech RA et al: Monitoring the Future National Survey Results on Drug Use, 1975-2015: Overview, Key Findings on Adolescent Drug Use. Ann Arbor; Institute for Social Research, The University of Michigan; 2016

[7]Volkow ND, Baler RD, Compton WM et al: Adverse Health Effects of Marijuana Use. NEJM 2014;370:2219-2227

[8]Rioux C, Castellanos-Ryan N, Parent S et al: Age of Cannabis Use Onset and Adult Drug Abuse Symptoms: A Prospective Study of Common Risk Factors and Indirect Effects. Can J Psychiatry. 2018 Jul; 63(7):457-464 doi:10.1177/0706743718760289. Epub 2018 Apr22

[9]Meir MH et al: Persistent cannabis users show neuropsychological decline from childhood to midlife. PNAS October 2, 2012. 109(4):E2657-E2664; https://doi.org/10.10173/pnas.1206820109

[10]Gilman JM, Kuster JK, Abush H et al: Cannabis Use Is Quantitatively Associated With Nucleus Acumbens and Amygdala Abnormalities in Young Adult Recreational Users. J Nerosci 2014 Apr 16;34(16):5529-5538

[11]Di Forti M: Schizophrenia Bulletin, Volume 43, Issue suppl.  1 March 2017, Pages S30. https://doi.org/10.1093/schbul/sbx021.078

[12]Dierker L, Selya A, Lanza S et al: Depression and marijuana use disorder symptoms among current marijuana users. Addictive Behaviors. 2018. 76:161-168. https://doi.org/10/1016/j.addbeh.2017.08.013

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