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No solo las opiniones sobre el uso de la marihuana han sido polarizadas por las diferentes fuerzas sociales y políticas de la sociedad sino que también las políticas públicas sobre su legalización[1].

 

Es de puntual importancia tener claro aspectos basados en la evidencia científica, cuando estudiamos y conversamos sobre la preocupante exposición creciente a la marihuana de parte de nuestros hijos en edad escolar y durante su segunda y tercera décadas de vida.  Y es también urgente señalar que la descriminalización y la legalización de la marihuana para uso recreacional o para uso medicinal no significa que ella no es un riesgo significativo e irreversible de salud.

 

Primero señalemos que, a pesar de lo mucho que puede Ud. encontrar en la literatura científica y en las revistas médicas hay un déficit angustioso de información suficiente sobre el uso recreativo y medicinal de la marihuana[2], a pesar de su significativo interés.  Los estudios son con números muy pequeños de pacientes, suelen ser presentaciones de un caso, y, mucho de lo divulgado, son reportes propios o  anecdóticos. No por ello se deben desconocer pero esos elementos y circunstancias hay que tenerlos en cuenta.  Es imperativo que los estudios puedan comparar resultados con los de las medicinas de primer ataque y de las que se dispone en el armamentariummedicinal actual.

 

La dificultad mayor para llevar lo anecdótico al estadio del interrogante que origina diseño de estudios aleatorios y controlados, doblemente ciegos, está en la restricción que surge del hecho de que, al menos en los EEUU, la Agencia antidrogas (DEA, Drug Enforcement Administration)califica la marihuana como Droga Clase 1 (“Schedule 1 drug”).

 

Esta clasificación se da porque (1) sus beneficios no son superiores a sus riesgos, es ilegal porque (2) tiene un importante potencial uso abusivo, (3) no está autorizada para uso medicinal porque ese beneficio no se ha probado y, por tanto, no se califica como medicina y no debe usarse como tal.  Su ilegalidad médicano es lo mismo que la ilegalidad criminal, porque el concepto médico es esencialmente de su utilidad medicinal probada para uso médico y su potencial para abuso.  Por ejemplo, los derivados del opio (opiodes), de probada utilidad médica, a pesar de su potencial adictivo, se clasifican diferente y pueden ser usados para fines prácticos y de investigación.

 

Esta es la clasificación de la DEA. Es importante notar que la substancia no requiere estar listada como una substancia controlada para ser tratada como Clase 1 para persecución criminal[3]

 

  • Clase 1:substancias o químicos que no se acepta en la actualidad que tenga utilidad médica y que tiene un alto potencial o riesgo para abuso
  • Clase II:substancias o químicos que tienen un alto potencial o riesgo para abuso, cuyo uso potencialmente lleva a dependencia psicológica o física.  Son consideradas peligrosas
  • Clase III: substancias o químicos definidas como drogas con un potencial moderado o bajo para producir dependencia psicológica y física.  El potencial abuso es menor que para la Clase 1 y Clase 2 pero más severo que para Clase IV
  • Clase IV:substancias o químicos definidas como drogas con bajo potencial para abuso y bajo riesgo de crear dependencia
  • Clase V:substancias o químicos definidas como con el más bajo potencial para abuso que la Clase IV y cuyas preparaciones consisten de cantidades limitadas de ciertos narcóticos

 

 

Estamos de acuerdo que es una clasificación controversial porque requiere estudios epidemiológica y estadísticamente válidos pero esos estudios se dificultan por la clasificación que tiene la droga.  De la Clase 2 en adelante, su uso medicinal está probado.   Veamos algunos ejemplos:

 

  • Clase I:   marihuana, heroína, LSD, éxtasis, hongos

mágicos, metacualona, peyote

  • Clase II:  cocaína, metanfetamina, oxicodona,

Aderall, Ritalina, metadonas, Vicodin

(<15mg/dosis), meperidina o Demerol,

fentanil, dexedrina

  • Clase III:Tylenol con codeína (< 90mg/dosis),

testosterona, esteroides anabólicos,

ketamina

  • Clase IV: Xanax, Soma, Darvocet, Darvon, Valium.

Ativan, Tramadol, Talwin

  • Clase V:  Robitusin AC  (≤200mgcodeín/100ml),

Lomotil, Motofen, Lyrica, Parepectolin

 

 

 

Y, entonces, ¿por qué se recetan y se usan como tal?   En los Estados Unidos hay legislación federal y hay legislación estatal.  A nivel de los estados, cada uno regula y reglamenta previa consulta ciudadana, pero el organismo nacional, el federal, tiene una voz  independiente y prioritaria.  En el asunto del uso recreacional y medicinal de la marihuana, existe esa confrontación entre las regulaciones.  Bajo esta clasificación de Clase 1, la investigación médica es difícil y obstaculizada.

 

Segundo, no podemos ignorar que el daño y la capacidad adictiva de la marihuana están en función de dos situaciones muy bien conocidas: (1) la edad en que se inicia el consumo, (2) el grado de consumo, es decir la frecuencia y la intensidad.

Entre más temprano se inicia el uso de marihuana, durante los años de la escolaridad (escuelas primarias y secundarias), mayor es el riesgo de consumir con alta frecuencia y en superiores cantidades o intensidad, con lo cual se incrementa el riesgo de desarrollar un trastorno de uso de substancia y con ello dependencia y adicción.  Por otro lado, no podemos despreciar el hecho que la historia familiar de psicosis o esquizofrenia aumenta el riesgo de consumir marihuana y convertirse el individuo en dependiente y adicto.  Es así como conoceos que la historia familiar de adicciones, como el alcoholismo, predispone seriamente a ser adicto a otras substancias y, de paso, a la marihuana.

 

Tercero, el consumo de marihuana se da mucho más temprano entre los hijos con padres que la consumen o la han consumido.  Es peligroso asumir por un padre que la marihuana no es nociva solo porque a él o ella “les fue bien” a pesar de haberla consumido en su juventud. Mientras los hijos son apenas púberes o adolescentes cuando la inician, los padres muy probablemente la iniciaron en la 2ª y hasta en la 3ª década de sus vidas.  Entonces, el contenido de la sustancia activa, el delta-tetrahidrocanabinol (∆-THC), era de un 4% cuando hoy anda entre 13% y 14%.  Los riesgos de adicción que corrieron sus padres eran muy inferiores a los que hoy corren sus hijos.  Pero esta no es toda la historia. (continuará)

 

[1]Cannabis Dependence. Its Nature, Consequences, and Treatment.  Ed: Roger A. Roffman & Robert S Stephens.  International Research Monographs in the Addictions (IRMA). Cambridge University Press 2006

[2]Medical Marijuana: Evidence-Based Assessment of Efficacy and Harms.. Alan Ehrlich, MD, Assistant Professor of Family Medicine at the University of Massachusetts Medical School. You Tube. Published on Sept 4, 2014

[3]Drug Scheduling. DEA  Drug Facts. https://www.dea.gov/drug-scheduling

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