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“Y cuando fue la tarde del día, se llegaron a él (Jesús) sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado, despide la gente, para que vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.  Y Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse: Dádles vosotros de comer”.  San Mateo 14 (15,16).

 

 

En cualquier lugar, a cualquier persona el SARS-COV-2 infecta, enferma y mata.  Sin embargo, no se necesita ser un experto ni un sabio, sino ser una persona observadora de mediana inteligencia y sensibilidad, para reconocer que hay otras personas, también merecedoras y dignas de respeto y cuidado como nosotros, a quienes no les llega agua potable, a quienes recomendarles 2m de distancia física es una burla, y a quienes prohibirles salir para buscar alimento es una bofetada.  El hambre mata.  Allí, en proveerles alimento, debe volcarse la ayuda obligante del Estado panameño y el esfuerzo de la empresa privada.  “No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer”.

 

Si necesitamos 14 días para conocer el resultado de medidas tomadas frente al ciego ataque de este virus, es necesario que el Estado alimente -por lo menos por 3 meses- a esas poblaciones más abandonadas por la disparidad y la inequidad social y política, y que ponen enfermos y muertos, de forma despiadada, en esta pandemia.  A ellos hay que darles el pan.

 

Confío en que no sea el miedo ni la desinformación o negligencia lo que sume o reste ciudadanos en el cumplimiento de normas que son las únicas, hasta ahora, para recuperar la movilidad y para recuperar la libertad que hemos postergado.

 

No es redundante señalar que medidas farmacológicas no han probado ser cura del COVID-19 y, solo como parte del manejo intrahospitalario del paciente, el uso de corticoides y anticoagulantes, con las medidas de apoyo a la falla respiratoria, al trastorno inflamatorio severo que traba múltiples sistemas, y el soporte hemodinámico del paciente muy enfermo son los instrumentos con los que se cuenta todavía y mientras la capacidad de estructuras y de personal médico no sea rebasada por el número de enfermos, lugar donde ya la pesadilla se asoma inmisericordemente.

 

Tampoco tenemos una vacuna contra el SARS-CoV-2 pero con probada evidencia se puede decir que el distanciamiento físico de al menos 2m, el uso de máscara facial y el lavado frecuente por 20 segundos de las manos se constituyen en la vacuna que disponemos para insistir en ello, no solo a la población sino al gobierno nacional.  2/8/2020

 

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