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El laboratorio de hoy, hace hijos. Los cuestionamientos éticos no se detienen frente al progreso de las tecnologías reproductivas y la genética, la reprogenética. La reprogenética nos permite disminuir la incidencia de condiciones que producen mortalidad en el útero o muy temprano después del nacimiento y discapacidades severas en los sobrevivientes de puntuales condiciones hereditarias. La tecnología de reproducción asistida (TRA) tiene varias definiciones, quizás la más aceptada es la del Centro de Control y Prevención de la Enfermedad (CDC), de los Estados Unidos: “todo tratamiento de fertilidad en donde se manipulan huevos o gametos y embriones”.

Uno de los elementos de medición de su eficacia es la tasa de éxito de la fertilización. Las tasas del éxito de la fertilización por TRA, calculadas alrededor del 25% en los EU, se obtienen por las probabilidades de éxito por ciclo de TRA o por transferencia de TRA. Estos promedios no se aplican necesariamente a una pareja en particular. Naturalmente que, si la medición no se refiere al denominador “por ciclo de ART” o “por transferencia de ART”, los valores no son comparables. Es el caso de hablar de porcentajes superiores al 50% o 60% cuando la práctica regular consiste en implantar varios huevos fecundados y no uno solo, por ciclo de ART.

Las tasas europeas son similares a las que ha calculado el CDC para el año 2021 y revisadas en septiembre de este año. Para ese año se realizaron un total de 413,776 ciclos, se lograron 112,088 embarazos y que dieron nacimiento a 97,128 niños en 91,906 partos. Entre los factores que modifican la estimación de éxito de la fertilización in vitro están la edad de la paciente, su altura, su peso, el número de intentos o veces que se ha tratado la fertilización in vitro (nunca a mayor de 3), incluidos los que resultan en un embarazo, el número de embarazos previos (ninguno a 2 o más).

La pregunta de cajón es fácil de elaborarse, ¿es la reprogenética un derecho? El derecho a procrear es fundamental como el derecho a escoger el número de hijos que se quieren tener. Y tener hijos sanos es también un derecho, pero, ¿tenemos derecho a destruir embriones que resulten defectuosos o de material genético que implica mortalidad temprana o discapacidad severa, o aquellos congelados que ya no serán reclamados por sus padres?, ¿tenemos los padres el derecho a diseñar nuestros hijos? Si tenemos el derecho de criar a nuestros hijos a nuestra semejanza, con nuestros valores, ¿por qué cuestionar si tenemos derecho a diseñarlos antes de que nazcan?, ¿quizás los niños por concebirse deban tener protección de decisiones tontas o incorrectas de sus padres o debe respetarse una autonomía reproductiva, también cuestionada? Les doy las preguntas y dejo las respuestas.

La primera pregunta en el campo de la innovación biológica y médica es, ¿se debe poner límite a las habilidades y actos humanos? La respuesta, nada libre de controversia, solo puede darse, (1) en la medida que se proteja al paciente, protección que se inicia con el consentimiento informado, que es lo que valida la autonomía para escoger opciones; y, (2) se distinga y respete la diferencia entre una práctica médica innovadora y un estudio bajo investigación. Sin embargo, creo que no todo lo que se puede hacer, se debe hacer.

La reproducción asistida se inició en los años 1970s con la fertilización in vitro. Louise Joy Brown fue la primera persona en nacer por fertilización in vitro en el mundo y se convirtió en la primera “bebé probeta”, el 25 de julio de 1978, en el Royal Oldham Hospital de Mánchester, Inglaterra. El fisiólogo Robert G. Edwards, responsable de esta concepción y nacimiento, recibió el premio nobel de Medicina y Fisiología en el año 2010, por sus contribuciones al campo de la fertilidad humana. Cuatro años más tarde, nació la hermana de Louise Joy, también por fertilización in vitro, que la convertía en la “bebé probeta” número 40, en todo el mundo. El primer “bebé probeta” en Estados Unidos fue Elizabeth Carr, quien nació el 28 de diciembre de 1981. Como dijera Carr en el encuentro con Louise Joy Brown, 36 años más tarde, ella no supo cuando dijo su primera palabra, pero sí cuando apareció su primer titular en periódicos, refiriéndose a la publicidad de su nacimiento. En los primeros 30 años de uso de la tecnología, 0.9% de todos los nacimientos en los EEUU había sido concebido por alguna forma de TRA. En el 2021, se calculó en 2.3% o 97,128 niños vivos concebidos por alguna forma de TRA. En 1978, el 10% de los procedimientos de reproducción asistida tenían éxito, hoy, las cifras de éxito son superiores. A nivel mundial, ya habrían nacido entre 9-10 millones de niños por reproducción asistida.

Hay una infinidad de situaciones y de cuestionamientos que se merecen la reflexión ética. Nacimientos múltiples, bajo peso al nacer, niños que nacen antes de alcanzar el término de la gestación (pretérminos), niños que nacen antes de alcanzar la madurez de sus funciones (prematuros), lo que pone a riesgo su función futura en la sociedad, niños que nacen con las mismas condiciones genéticas de sus progenitores, niños que mueren inmediatamente nacen porque no se interrumpió a tiempo la gestación de una condición letal conocida, otros que mueren por su no viabilidad gestacional debido a una gestación extremadamente temprana o complicaciones de su prematuridad.

“¿Debemos hacer niños con tres o más padres?”, es la pregunta que hace Christopher Kaczor y con la que abro la caja de pandora. Hoy, dice Kaczor, la paternidad (el estado de padres) es paternidad genética (cuando el propio material genético produce un bebé), paternidad gestacional (para quien porta el útero donde se desarrolla un humano “ajeno”), o paternidad social (la de quienes crían al niño hasta su adultez). Hermanos genéticos los hay en familias de más de un hijo. Hermanos gestacionales hay miles o millones, allende los mares, sin fronteras, que viajan con el material genético para cabellos rubios, ojos azules, coeficiente intelectual de genios, para una barbilla partida, músculos grandes, pechos agresivos, glúteos firmes, bustos llenos y, también, con enfermedades genéticas no detectadas por el estudio genético pre-implantación. Hermanos de crianza conocemos muchos y también aportan discusiones éticas y legales.

La otra pregunta que sale del horno, del horno del infierno para algunos lectores, ¿debemos hacer niños cuyo padre y cuya madre son la misma persona? (reproducción en solitario), el prospecto de la TRA, que discute Daniela Cutas. A la segunda pregunta, si se acepta el principio de la autonomía reproductiva, nos dice Cutas, entonces la reproducción en solitario debe ser protegida como toda otra forma de reproducción. Para la tranquilidad de muchos, es probable que esta forma de reproducción, con células sexuales creadas in vitro, no se pueda lograr nunca en los humanos porque los riesgos superaran los beneficios. Por el otro lado, si Ud. considera que la reproducción no es un derecho sino un deber, un premio, un regalo, un castigo y hasta un instrumento, entonces tampoco acepta la autonomía de la mujer y menos, su autonomía reproductiva o sus derechos reproductivos. Nunca pensamos que discernir sobre la vida podría ser tan difícil como hacerlo sobre la muerte.  Publicado en el diario La Prensa, de Panamá, el viernes 29 de diciembre de 2023.

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