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Todos estábamos enardecidos. Solo se escuchaba “¡NO NO NO NO NO!”.   Este coro era espontáneo y esplénddo. Las caras enrojecidas y los cuellos llenos, todos de pie, los puños altos y golpeando la densa atmósfera. Al frente, en la mesa de las autoridades, 4 rostros todavía sorprendidos. Sí, todavía sorprendidos.

 

La lección del Parque Omar, si no se aprende, llevará a esta y cualquiera otra administración a tener que afrontar la desobediencia civil. La gente está harta de tanta burla y tanta corrupción. De tanta falta de pronunciamientos enfáticos, fuertes, altos y correctos por parte del Presidente de la República. Nada de aislarse en la separación de poderes señor Presidente, para pronunciarse con eficacia y legitimidad contra tanto enriquecimiento delictivo a costa de sembrar ilusiones, crear estructuras físicas –necesarias o suntuosas-, robarse espacios y propiedades, organizarse como mafias y, encima de todo eso, tener el auspicio de defensores, en las mismas entrañas del sistema de justicia de Panamá.

 

A nadie se le cree. De todos se tiene desconfianza. Y, otra vez, no es gratuito. Mientras había esta “segunda consulta” -solo un instrumento quizás para mucho de nosotros- por otras esquinas del gobierno y también de forma inconsulta, se aprobaba un alza vulgar -estirpe de sordos o maleantes- de un impuesto, con mala puntería, de registro vehicular; la Procuradora de la Nación pareció realizada con el último arreglo inmoral con Odebrecht; los nuevos millonarios y los viejos -que exhiben gula por el dinero y el poder hasta cuando están tocando las paredes de sus tumbas- seguían comprando jueces en todos los estadios del sistema de justicia del país; y la alcaldía dice consultar un Plan de Ordenamiento Territorial y mantiene la aprobación de nuevos permisos de construcción, para que luego no se encuentre la dinamita que los derrumbe por ilegales e inmorales.

 

¿Cómo quieren las autoridades del parque confianza cuando permitieron levantar un rascacielos en su entrada por la Vía Porras, que no parece respetar ni la línea de propiedad ni la línea de construcción, y con sus salidas de ventilación –que solo pueden estar en su propiedad- en la zona verde del Parque Omar? O, cuando las autoridades municipales permitieron que se modificara el status de una propiedad residencial en Altos del Golf para facilitar la edificación de un negocio y mientras se llevaban y traían denuncias permitieron también que siguiera la construcción para luego argumentar que no se puede derrumbar. O, el otro esperpento de la legalidad, que se cobija detrás de una iglesia en San Francisco. En este país lo ilegal tiene protección cuando se hace legal, pero lo inmoral, no, seguirá siendo inmoral.

 

Los mismos métodos del delito, de la prepotencia, del autoritarismo que se critican -inclusos sus progenitores y actores principales, ahora en dizque oposición- relucen otra vez.   Es cierto, ningún suceso ni ninguna mejora al parque ha sido transparente, consultada ni cabalmente investigada en el pasado.   Recuerdo solo unos ejemplos recientes. Fue en una administración del PRD, que se desaparecieron unas célebres estatuas de niños de las manos de adultos; en la pobremente célebre administración del CD se tumbaron las costosas luminarias de la administración PRD anterior “por ser malas y un desfalco” y se cubrió de alquitrán –¿sería chorrerano como el bollo?- una vereda para andar mientras se mantuvo la limpieza del parque a razón de cifras abultadas de dinero. Nada de eso se consultó nunca y cuando se cuestionó, las respuestas se perdieron allende los mares. Y hay versiones de los vecinos, del robo de muchos metros al parque en otras administraciones.

 

Cuando no se consulta antes de hacer una propuesta de tal generación espontánea, con tantos cuestionamientos y tan calculado costo e incluso se pone fecha de homologación (6 de enero, 10:00 am) antes de oír a los ciudadanos; cuando se convoca para “Estudio, diseño, construcción y equipamiento…” en lugar de hacerse por etapas; y, cuando se sugiere que la administración del parque pase a manos de la alcaldía del distrito –un caramelo-, se abren más interrogantes que confianza. La verdadera homologación de ninguna propuesta se le tiene que conceder a los ciudadanos y usuarios. El parque tiene mucho que mejorar pero no necesita más concreto ni más contratos. Convocar para todo al mismo tiempo (estudio, diseño, construcción y equipamiento) solo indica deseo de entregar pronto –quizás antes de que se termine una administración o gobierno- y favorece la proliferación de adendas que encarecerán el costo y facilitan la corrupción. Y, pasar la administración del parque a otra entidad politizada no es garantía de transparencia ni de consulta. El Parque Omar y quizás todos los parques deben ser manejados por una autoridad compuesta de hombres y mueres probos de entre sus usuarios y bajo un régimen de Patronato de Parques y con una dirección administrativa para cada parque.

 

No me extiendo más no porque no hay argumentos sino para asegurar la eficacia de estas líneas.

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