- May 8, 2015
- Pedro Vargas
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Existen muchos reportes de situaciones adversas para algunos niños que han nacido sumergidos en agua de una bañera o una piscina, en la casa. Sin embargo, el análisis de estudios bien diseñados para responder a esa pregunta, solo revela que hoy no podemos ni decir que hay riesgos ni que hay beneficios (The Cochrane Collaboration: Immersion in water in labour and birth. Review. disponible en:http://www.thecochranelibray.com).
En esta situación, el rigor científico y la prudencia favorecen que Ud. conozca esto y que su médico obstetra considere esta opción como experimental (The American College of Obstetricians and Gynecologists and American Academy of Pediatrics. Commmittee Opinion Number 594.Abril 2014.Committee on Obstetric Practice.American Academy of Pediatrics), es decir, que debe ser cuidadosamente discutida, estrictamente determinado todo el procedimiento, puntualmente colectada la información alrededor del evento y que exista un consentimiento informado de parte de los padres.
Sin entrar en detalles es necesario aclarar algo, porque Ud va a encontrar literatura que la va a confundir. Cuando se habla de nacer en el agua, se habla de que el nacimiento del bebé ocurra sumergido en agua. Esto lo llamamos inmersión durante la 2a. etapa de la labor del parto. Los estudios que revelan disminución del dolor de parto, menos necesidad de analgésicos para la madre y menos utilización de drogas para acelerar las contracciones son estudios realizados con la madre inmersa en una bañera o una piscina durante la 1a etapa de la labor del parto, la etapa de las contracciones y la dilatación cervical o del cuello uterino. Son dos cosas diferentes estar sumergida para la labor y estar sumergida al momento de parir o dar a luz.
El interés en respetar la autonomía de la madre a decidir dónde y cómo ver nacer a su hijo, el ambiente -no pocas veces frío y calculado- de las facilidades hospitalarias, la deshumanización del trato severamente adaptado a normas rígidas y la relación distante de médicos y enfermeras con la mujer en labor de parto y, naturalmente, las incomodidades que el dolor de las contracciones uterinas produce como la excesiva ocurrencia de instrumentalización, farmacoterapia y operaciones cesáreas son todos elementos que favorecen que surja una tendencia a cambiar esto.
Hasta allí, las intenciones responden a situaciones reales, pero a la luz del conocimiento objetivo y la evidencia médica, el permitir que el niño sea expulsado del útero materno sumergido en una bañera o en una piscina es una opción que yo no favorezco.