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Entre madre y pediatra

Siempre se ha dicho que el pediatra tiene dos pacientes: el niño o niña (quiero ser correcto) y la madre o padre (quiero seguir siendo correcto).  Y, que el pediatra no es paciente, no dije impaciente, sino que o no ha sido padre o madre, o no ha sido niño, o no le gusta su profesión.  De este revoltijo y para pasar un rato agradable, traigo algunas vivencias que le dan entusiasmo a mi ejercicio profesional.

 

 

Generalmente cuando una mamá me llama temprano, incluso antes de levantarse ella de la cama, para decirme que el niño “está peor”, yo lo traduzco como “no me dejó dormir a pierna suelta”.  Esto ocurre, no raras veces, cuando el niño se pasó toda la noche tosiendo, y hasta pudo vomitar flema, entonces “arde Troya”.  A mí me gusta demorar la llamada de vuelta, digamos que unas 3-4 horas.  Primero, porque realmente, “está peor”, no es una urgencia. Segundo, porque apuesto todo a que cuando llame, más tarde, “ya está mejor”.  Ese niño muy probablemente estuvo todo el día sin tos o tosiendo muy poco.  Estuvo en la escuelita 3 horas en la mañana, en una excursión escolar incluso, corriendo y saltando buenas horas, en un cumpleaños en la tarde, sudando como señal de actividad y no como señalamiento de su “empeoramiento”, comiendo de todo en la fiesta, en la calle y hasta en el consultorio pediátrico.  Se acuesta, y unas horas más tarde, pero pasada la medianoche, comienza su concierto de tos con flema y ruidosa. Al día siguiente se repite el ciclos: sano en el día, marrano en la noche.  Muy probablemente hay un componente alérgico o de reactividad exagerada de sus vías aéreas que condiciona esto.  Nada grave aunque suene grave.

 

 

 

¿Cuántas veces estando en el ascensor y con la urgencia que toda espera produce, quieres que se cierre la puerta rápido para iniciar el ascenso, y uno más para el proceso, se abre nuevamente la puerta que empezaba a cerrarse, entra y no dice buenos días ni buenas tardes y marca el piso inmediatamente superior  o inferior?  Lo miras y solo le ves músculos por todas partes y de seguro que va al Gimnasio pero no le gusta subir o bajar 2 flights de escaleras.

 

 

Y, ¿qué de la vendedora de bienes raíces que entra hablando por celular a tuteo voce sobre las bellezas del apartamento que le quiere vender a quien está en el otro lado de la línea, en este edificio multifamiliar y te enteras de todo, incluso de su vida privada?  A nadie le interesa saber nada de sus negocios.  Pero se ha perdido el derecho a que se guarde silencio en un espacio tan pequeño y tan hacinado como el de un ascensor, se ha perdido el derecho a no querer enterarte de la vida de los demás, no importa sean bochinches calientes, y se ha perdido la prudencia de no estar hablando de tus cosas en voz alta y en todas partes.  Lo único que no se ha perdido es el celular, aunque a veces se esconde en el fondo de la carterota Louis Vuitton.

 

 

El sarampión no se diagnostica por teléfono.  En Panamá no hay casos de sarampión actualmente y la última vez que se diagnosticó sarampión fue importado. En aquella ocasión, la investigación se inició cuando yo informara a las autoridades de la sospecha del diagnóstico en una adolescente hospitalizada para quien se me hizo una consulta, y que estuvo en un grupo de varios muchachos – algunos enfermaron- que regresaban de Polonia e Israel.  Si Ud. sospecha que su hijo tiene sarampión consulte al médico con el cuerpo del delito.  No se valen fotos.  Aún no haya sarampión en la población hay que vacunarse porque hoy día los vecinos enfermos entran y salen con toda facilidad y el vecindario se ha engordado y las distancias se han acortado.

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