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Muy buena fue esta tarde la actividad de “Rompamos el silencio” en el marco de la Feria del Libro, en Atlapa.  La participación del auditorio nos revela que hay una necesidad permanente de hablar de asuntos que, la sociedad, ha apartado de su agenda por vergüenza y por ignorancia, pero que esa vergüenza y desconocimiento se van venciendo.  La atenta disposición y presencia de la Primera Dama de la República me permite celebrar y darle las gracias.

 

Al terminar el evento pude compartir con algunos y descubrí no solo algo propio, como es la discrepancia con algunos de mis conceptos sobre la marihuana sino quizás que, a pesar de las múltiples exposiciones que he hecho, aún hay confusión sobre este tema.  Trataré de resumir lo que creo es lo medular de mis múltiples presentaciones sobre este controversial aspecto de “Rompamos el silencio”.

 

Con respecto a la terminología que se escucha y se lee, he tratado de señalar la importancia de ser puntual cuando la utilizo.  Marihuana es la marihuana botánica.  Marihuana medicinal es una calificación inexacta porque la marihuana es una planta compuesta de más de 500 compuestos químicos, entre las cuales, los canabinoides son los más conocidos.  Entre los canabinoides, a su vez, los más conocidos son el THC (tetrahidro canabinol), psicoactivo y adictivo, abundante; y el CBD (canabidiol), no psicoactivo ni adictivo y, mucho menos abundante[1].

 

Ambos tienen propiedades medicinales pero a la planta no se le puede llamar, en mi concepto y de otros[2], medicinal, porque contiene THC, que es además de medicinal una sustancia que altera la función y la estructura cerebrales, tanto en animales como en humanos, por lo cual se le califica de adictiva y nociva. Sin embargo, la Oficina de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA)[3]ha aprobado 2 compuestos farmacológicos como medicinales, que contienen tanto el CBD como THC.  Estos son el Nabilone® y el Dronabinol®.  Han sido aprobados para náuseas y para prevenir el malestar y los vómitos producidos por la quimioterapia en pacientes con cáncer; y, en pacientes con SIDA para mejorar el apetito. Es importante que señale que los efectos sobre sobre la anorexia no tiene evidencia consistente o concluyente por la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, como se publicara en diciembre de 2017, que solo ha aprobado con data concluyente, su uso para el dolor crónico en adultos, la espasticidad dolorosa en esclerosis múltiple (mejoría subjetiva) y para 2 formas raras de convulsiones en niños (el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gastaut) mayores de 2 años de edad, el canabidiol líquido (Epidiolex®).

 

 

El mayor riesgo de adicción a la marihuana está dado por factores bien puntuales:

 

  • Entre más temprano se inicia
  • Entre más intenso es el consumo
  • Entre más alta es la concentración de THC, hoy día está entre 12-15% cuando en 1990 era de 3-4%
  • Entre mayor es la percepción de no nocividad

 

 

La marihuana es nociva a la salud:

 

  • Hay mayores accidentes de tráfico, tanto para el conductor como para el peatón
  • Produce una forma de síndrome de abstinencia con vómitos severos y recurrente que se calma con bañarse con agua caliente
  • Precipita ataques agudos y nuevos de psicosis con alucinaciones, delirios, ansiedad
  • Precipita esquizofrenia con o sin historia familiar de esta enfermedad
  • disminuye el coeficiente intelectual (CI) en consumidores adolescentes e intensos hasta en 8 puntos en comparación con no consumidores
  • Aumenta los riesgos de dependencia (17.95 veces más),de uso de otras drogas (7.8 veces más) y de intentos de suicidio (6.83 veces más)[4]

 

La resonancia magnética funcional (RM funcional) revela cambios en la estructura cerebral del adolescente que comprometen:

 

  • El volumen del cerebro
  • El proceso de “podamiento” (“pruning”) normal de neuronas
  • Las interconexiones neuronales
  • El agotamiento de neurotransmisores químicos
  • El secuestro del sistema de gratificación (“Reward System”)

 

 

En la discusión actual sobre la legalización de la marihuana y de la “marihuana medicinal” también hay controversia porque las decisiones políticas deben atender cuidadosamente las revelaciones de la investigación seria y objetiva[5],[6].  Es necesario advertir: el hecho de que el alcohol es legal, no significa que ha dejado de ser nocivo y generador de dolor.  Legalizar el uso de la marihuana la hace más asequible a los jóvenes y vuelve a recrear la percepción de que no es dañina, lo que aumenta su uso.  El uso de marihuana no produce la intoxicación aguda que produce el alcohol o la cocaína, no por eso es una droga blanda o, incluso, no nociva.  Más importante, la “marihuana medicinal” no crece en hortalizas y, el CBD o canabidiol, que puede extraerse de la planta en la industria de medicamentos, tiene que cumplir rigurosos requisitos para su distribución y consumo, como otros medicamentos.  Cualquier legislación con respecto a la legalización de la marihuana debe favorecer la prevención y retraso del sus del cannabis entre los adolescentes.

 

Como ha dicho muy bien Alex Berenson[7]: “el uso de la marihuana es un asunto personal, la legalización es un asunto político y los efectos dañinos sobre el cerebro y como causa de violencia es un asunto científico”.

 

Para reparar el cerebro del adolescente agraviado por el uso temprano y marcado de la marihuana y otras drogas psicoactivas y adictivas, el estado puede hacer varias cosas[8], en los campos de la educación, de la salud y de la justicia.   Entre ellas:

 

  • Confrontar la inequidad en la educación, priorizando la resolución de las disparidades entre las escuelas públicas y las escuelas privadas, particularmente las relacionadas con las diferencias de recursos docentes de los maestros y los profesores.
  • Educar de forma práctica asuntos no necesariamente académicos que incluyan habilidades emocionales y sociales, adaptabilidad y toma de decisiones.
  • Señalar los caminos para andar, con propósito pero flexibles y abandonar la cultura del rendimiento, de la competitividad salvaje, por una cultura humanista de la amabilidad y el respeto a la diversidad, que estimule la creatividad.
  • Promover la creación y mantenimiento de ambientes de aprendizaje orientados y sensibles a la cultura.
  • Permitir que el estudiante y su familia tengan acceso a los programas de estudio y los discutan.
  • Combatir la inequidad en la salud para que el acceso a la medicina preventiva sea un acto de docencia y no sea un lujo en la salud pública, la atención médica y quirúrgica sean pronta y de excelencia, y la consulta por trastornos de la salud mental obedezca a un calendario cónsono con su carácter serio y urgente.
  • Proteger la salud y el bienestar de cada estudiante.

 

 

La suicidalidad entre los jóvenes en nuestras sociedades no se modificará hasta que no hagamos cambios en nosotros mismos como ciudadanos responsables, respetuosos y amables.  Una sociedad del consumismo, materialista y que le rinde tributo y pleitesía al dinero y a la propiedad, ni siquiera indagando sus orígenes, donde el rendimiento es la exigencia a honrar para continuar en la escuela, para mantener una labor o un trabajo, para asegurar el ejercicio profesional, para incluso tener participación en la sociedad con voz y voto solo lleva al cansancio.  La sociedad del rendimiento se rinde, tarde o temprano.  El cansancio lleva a la desesperanza y la desesperanza es la calle sin salida para acabar con la vida.

 

La respuesta no está en preguntar y pedir al Estado todas las soluciones y todas las acciones.  Cada uno tiene que educarse.  Comencemos abandonando todas esas expresiones irrespetuosas y dolorosas que usamos cada día contra los enfermos por uso de drogas estupefacientes, lícitas o ilícitas; contra aquellos cuya orientación sexual es diferente a la nuestra, como si ello fuera un acto de escogencia por la vulgaridad o la indecencia; contra el abuso verbal y no verbal a los hijos y a la esposa, que se traduce en el matoneo (“bullying”) escolar y en las redes.  15/agosto/2019

[1]Cannabinoid Pharmacology. Edited by: David Kendall and Stephen Alexander. Advances in Pharmacology.  Volume Eighty. Series Editor S. J. Enna. Academic Press. An imprint of Elsevier. 2017

[2]Ed Gogek: Marihuana Debunked. InnerQuest, an imprinted of Chiron Publications. 2015

[3]The National Academies of Sciences, Engineering, Medicine: Report: The Health Effects of Cannabis and Cannabinoids. The current state of evidence and recommendations for research. The National Academies Press.  Washington, DC. 2017

[4]Sillins E, John Horwood L, Patton GC et al: Young adult sequelae of adolescent cannabis use: an integrative analysis. The Lancet Psychiatry. Vol 1, Issue 4, P286-293, Sept 1, 2014

[5]Drugs and Drug Policy.  What everyone needs to know.  Edited by: Mark A. R. Kleiman, Jonathan P. Caulkins, Angela Hawken. Oxford University Press. 2011

[6]Marijuana Legalization. What Everyone Needs To Know. Edited by: Jonatan P. Caulkins, Angela Hawken, Beau Kilmer, Mark A. R. Lleiman. Oxford University Press. 2012

[7]Alex Berenson: Tell Your Children. The truth about marijuana, mental illness, and violence.  Free Press. An Imprint of Simon & Schuster, Inc. New York, NY 10020. 2019

[8]Cannabis Dependence. Its Nature, Consequences and Treatment. Edited by: Roger A. Roffman and Robert S. Stephens. International Research Monographs in the Addictions (IRMA).  Series Editor: Professor Griffith Edwards. National Addiction Centre.  Institute of Psychiatry. London.  Cambridge University Press.

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