- Ago 23, 2016
- Pedro Vargas
- Adolescentes, Cultura médica, Identidad de Género, Jóvenes, Otras Lecturas, Para Doctores, Sexualidad
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Hay una lucha grande que seguir haciendo. No es solo apoyar el compromiso de la educación con la integridad, la ética y el perfeccionamiento de conocimientos científicos, sino también y urgente: aprender sobre las personas, no como fragmentos por su raza, etnia o color, su creencia religiosa o ateísmo, su orientación o preferencia sexual, sus privilegios sociales o económicos o su secuestro por la misma sociedad.
Los pediatras tenemos que educarnos en derechos humanos, en respeto a la dignidad y autonomía de las personas, abandonar el nocivo paternalismo para abrazar principios tan básicos como escuchar y tener consideración por la persona. Cada día debe descubrirnos nuestras propias debilidades humanas y ponernos en el lugar del otro, para atenderlo como él o ella esperan.
Lesbianas, homosexuales, bisexuales, transgénero y aquellos que aún no encuentran su lugar de preferencia ni de identidad son seres humanos que han sido excluidos en una sociedad que se jacta de solidaria y sensible. Los pediatras comencemos ese viaje de crear confianza y entereza en estas personas puestas en alto riesgo de enfermedad y muerte por actitudes que clamando moralidad, son inmorales; reclamando decencia, son indecentes.
Gaya Chelvakumar, pediatra, a través de entrevistas con estas personas jóvenes en su consulta, crea una guía para sugerirnos a los pediatras cómo mejor apoyar, en particular, a estos pacientes[1].
Estas son algunas de sus observaciones a ella y a nosotros, puntuales para facilitar el servicio que les debemos a todos los pacientes.
“Confía en tus pacientes…respeta que yo conozco mi cuerpo”
Mientras nosotros somos “expertos” en medicina y en el cuidado de los pacientes, ellos se conocen muy bien y saben cuidarse mejor de lo que pudiéramos sospecha. Se preocupan de estar al día en sus chequeos periódicos y en sus inmunizaciones, como en su nutrición y de sus hábitos
“No le eches la culpa a las hormonas. No culpes a ninguna situación durante la pubertad…esto no es tan inmediato y simple como una fase”
Los jóvenes se frustran al oír expresiones como que su orientación o preferencia sexual es una fase de su desarrollo, es algo que responde a la conducta de sus padres o a la exposición de figuras icónicas. Si bien es cierto que la pubertad y la adolescencia son períodos cuando se experimenta, ellos reconocen que traen impreso desde antes de nacer su identidad de género y sus preferencias sexuales.
“Conoce a tus pacientes. Edúcate”
Decimos y nos jactamos que el médico no termina de estudiar y no termina de aprender. Así es, aunque no todos nos acerquemos disciplinadamente a los textos y revistas de ciencia y tecnología para conocer y aprender. Este momento de apertura a la variedad sexual favorece educarnos para ofrecer responsablemente el mejor cuidado, para facilitarnos a nosotros mismos acercarnos a estas personas sin prejuicios y con respeto. Hay toda una nueva terminología que aprender, para comenzar.
“No fuerces el control de natalidad. No asumas cuál es mi comportamiento. Pregúntame primero”
En la relación médico paciente con los adolescentes y jóvenes se debe conversar abiertamente sobre la salud reproductiva y el sexo seguro pero no se debe asumir que todo el que parece mujer, lo es, y todo el que parece varón , lo es. La conversación no se debe orientar a un sexo biológico en particular. No pocas veces estaríamos sugiriendo un manejo particular en una persona cuya orientación sexual desconocemos. En este grupo de edad, adolescentes y jóvenes adultos, si preguntas la orientación sexual se evitan muchas de estas situaciones que producen desconfianza del paciente hacia el médico y hacia el estricto cumplimiento de la confidencialidad y el respeto sagrado a la privacidad.
“No me digas qué debo hacer, más bien conversemos o dialoguemos sobre un tópico. Dime qué estás haciendo o quieres hacer durante el examen y por qué”
Los jóvenes quieren tener un papel activo en el cuidado de su salud y en lo que transcurre durante una visita médica. Qué mejor que esa actitud. No es un reto, es inclusión. Si les envías unas pruebas de laboratorios, quieren saber no solo por qué, sino también los resultados de ellas.
“Yo quiero mi privacidad respetada. Me es incómodo hablar frente a mis padres”
Los adolescentes aprecian y exigen su privacidad. Eso no se cuestiona, se respeta y se honra. La confidencialidad es el instrumento más importante en la relación médico paciente. Asegura la objetividad, la certeza y la veracidad de los diálogos. Favorece la precisión de los diagnósticos y las mejores opciones o decisiones para el manejo o tratamiento de cualquier condición. Momentos de privacidad con los adolescentes o jóvenes no significa empujar a los padres fuera del consultorio o prohibirles entrar, es reconocerle un tiempo para fortalecer la confianza de la relación médico paciente.
Muchas si no todas de estas observaciones son y deben ser parte del comportamiento del pediatra con todos sus pacientes. Fortalezcamos estas prácticas para beneficio de nuestros pacientes.
[1] Chelvakuma G: How we can support our LGBTQ patients. Adolescent Medicine. Pediatricnews.com July 27,2016