- Mar 16, 2015
- Pedro Vargas
- Padres, Salud Pública
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Homeopatía
Una “dosis homeopática” es un término que usamos en Medicina para indicar una cantidad de medicamento tan pequeño, que no debemos esperar de ella ningún efecto positivo. En términos callejeros, suelo decir, “es como orinar en el océano y creer que se lo ha contaminado”. Para los homeópatas, allí donde no hay medicamento por razón de las tantas diluciones, “el espíritu de la medicina prevalece” y es lo que cura.
La homeopatía fundada en 1790 en Alemania por Samuel Hahnemann, se ha extendido al mundo de los incautos con promesas lamentables hasta el punto de señalar sin vergüenza que “no todos los fármacos homeopáticos tienen que demostrar eficacia”. O, “los homeopáticos son medicamentos como todos los demás”. Cuando Hahnemann decidió por la magia, la medicina era brutal: producía vejigas en la piel por quemaduras con ácidos, inducía vómitos con venenos, y desangraba a los pacientes con sanguijuelas. Descubrió entonces que para curar un síntoma, lo mejor era inducir el “mismo sufrimiento”, y así inducía fiebre para curarla, vómito para tratarlo, diarrea para curarla.
Los homeópatas refieren que la dilución o potencia de sus medicamentos difieren por razón de su “dinamización”, ya sean gránulos, glóbulos o gotas identificados con números que expresan las veces que pasan por esa “dinamización”. El remedio “parte de la tintura madre” (materia prima sin diluir) para luego ser macerada o triturada y sometida a sucusión o sacudidas contra un objeto. Esto es lo que dinamiza el medicamento. Envidiables técnicas de cocina.
No es lo mismo seducir con estos métodos de alquimia a personas sin entrenamiento médico, que a personas que suponemos sí lo han tenido. Pero ocurre y ocurre aún hoy día, cuando la terapéutica médica se acerca más a la evidencia científica, es decir, a los resultados que revelan que una forma u otra de manejo a sido probada beneficiosa y que no hace daño. Es lastimoso para la profesión médica tener colegas que abandonaron la educación formal por pócimas preparadas en calderos por seres montados en escobas y huesudas caras alargadas que se burlan cuando ríen.
Pero, ¿por qué tanta indignación de mi parte por este nadaísmo homeopático? Porque la medicina homeopática que no tiene probada evidencia de eficacia más allá de lo que se atribuye a un placebo demora o aborta el momento en que el paciente puede encontrar remedio a su mal. Esto es suficiente para condenarla. Oscillococcinum es un homogenizado de corazón e hígado de pato Burberry diluido 100 veces en agua y, esta dilución es nuevamente diluida 200 veces más. Todo lo que contiene al final es un gramo de azúcar y se lo venden para curar el flu.