- Mar 19, 2015
- Pedro Vargas
- Lecturas Bioetica
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A través de intervenciones en alguna de las tantas formas de comunicación social de hoy día, he recibido impetuosas respuestas a comentarios míos puntuales sobre el sistema de salud. Dos de ellas le dan motivo a mi escrito de hoy.
Tratando de conversar sobre la regionalización de los servicios de salud, de lo cual gozo de una experiencia y enseñanza particular en el sistema regionalizado del cuidado perinatal y neonatal durante mis años de formación como pediatra neonatólogo en los Estados Unidos, decía yo que antes que tener hospitales en cada comunidad, lo que había que asegurar eran vías de comunicación adecuadas con sistemas de ambulancias equipadas con propiedad. Entonces, de forma airada, alguien contestó: “entonces que se mueran los pacientes esperando una carretera”. Recientemente, mientras hacía una crítica a la decisión, probablemente manchada de delitos, de la construcción de un hospital en la población de Bugaba –aún sin entregar por razones relacionadas con su origen- y “a 15 minutos” de dos grandes hospitales en David, el Hospital de la CSS Dr. Rafael Hernández y el hospital pediátrico Dr. José Domingo De Obaldía, recibí no menos airadas respuestas de algunos, que, entre otras cosas, me acusaron de desconocer sobre hospitales y sobre ese hospital, en particular.
Empiezo por decir que los hospitales asistenciales no son centros de salud ni centros de consulta externa o especializada. Sus instalaciones podrían gozar de algunas facilidades para consultorios, pero para consultorios de urgencias médicas. Además, los hospitales son estructuras para admitir pacientes enfermos y aliviarlos o curarlos. Por el otro lado, las clínicas ambulatorias o los centros de salud o los puestos de salud; que forman parte de un sistema de atención de salud, aparte de responder a pacientes enfermos, se erigen para la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud. Son pues, funciones diferentes aunque relacionadas, con las funciones hospitalarias. Dicho esto, espero que se comience a aclarar el panorama para aquellos que, ciertamente interesados en tener facilidades de uno u otro tipo, además reconozcan que un sistema de salud se concatena, no se encadena.
La regionalización de los servicios de salud es un instrumento de atención y coordinación, al tiempo de que es una filosofía y una política, que propende responder con mayor eficiencia, a las necesidades de salud y las exigencias de la enfermedad de las poblaciones en una región. Existen diferentes modelos de regionalización y su propósito es mejorar las oportunidades de recuperación óptima de los pacientes al dirigirlos a instituciones de cuidado igualmente óptimas. Las regiones no las delimitan las provincias, y menos los distritos o los corregimientos aunque ellas son parte constitutivas de las regiones. Las regiones obedecen a prioridades dependiendo de sus recursos como de sus necesidades. Y, entre ellas, hay una estratificación igualmente obediente de aspectos médicos y administrativos. En el sistema se estratifican los servicios hospitalarios prestados, en base a la disposición y sofisticación de especialistas y tecnología, capacidades de financiación y facilidades de los pacientes para viajar y costearse esos viajes. Así, hoy se consideran 4 niveles de atención, donde el nivel de atención asciende del menos especializado al más especializado. Es importante puntualizar que la regionalización de los servicios de salud en países donde la privatización es puntual y el dominio de compañías aseguradoras que administran los gastos de salud de poblaciones es imperial, no es igual que la regionalización del cuidado perinatal y neonatal, o la del manejo del trauma o del cáncer; pero en nuestro medio, todas estas áreas se pueden incluir como parte del sistema, aunque en estructuras físicas propias y utilizando los diversos modelos de regionalización que existen y se conocen, horizontales y verticales.
Volviendo al comienzo permítanme un ejemplo. Cañazas está hoy día a 20 minutos de Santiago por una carretera accesible y rápida. Si no fuera así, como muchos años atrás, podría estar “incomunicada” de Santiago por 2 horas de camino a pie. Eso no sería razón para construir un hospital en Cañazas. Lo que correspondía hacer era construir una vía de comunicación terrestre confiable y un sistema de ambulancias que comunicara la estructura de salud de 1er. nivel de Cañazas con la estructura de salud de 3er. nivel de Santiago, que, a su vez, se podría apoyar en un nivel de atención 4º, por ejemplo, en Aguadulce, con mayor sofisticación y médicos y cirujanos especializados. Y, el hospital nivel 4 en Aguadulce, recurrirá a otro nivel 4º con algunas variantes producidas por ejemplo, por la disponibilidad de personal, ya sea en la ciudad de Panamá o en otra ciudad del oriente del país o en Azuero, donde se manejan las condiciones más complejas de la enfermedad. Dejo constancia de que estos son solo ejemplos o conjeturas que valen para la explicación, porque no puedo dejar ya de oír las protestas de todos aquellos que quieren tenerlo todo a la vuelta de la esquina y basados en argumentos que no aguantan la eficiencia ni el análisis de costo beneficio.
Pero, para que el hospital de Santiago, en ese sistema regionalizado, sea un nivel 3, no se necesita solamente un pintor que lo señale con colores primarios o unas costosas y gigantes letras luminosas que lo alumbren. Se requieren dineros para poblarlo de equipos y de personal, para darle mantenimiento, para asegurarle medicamentos e insumos, y para sufragar actividades académicas que aseguren la educación continua que todos necesitamos para servir mejor a nuestros pacientes. Y, estoy hablando de un sistema de salud pública, porque a nivel privado, cualquier grupo puede adherirse a cualquier obscenidad higiénica o antihigiénica.
La regionalización la determina no un capricho regional ni una ganancia electorera sino el análisis responsable de los estudios sobre condiciones geográficas, tipos de comunicaciones entre los núcleos de población, patologías o enfermedades más frecuentes, cultura de las gentes, clase de poblaciones y sus predominios numéricos. Donde existe una institución de nivel 4, por ejemplo, deben existir instituciones de nivel 3, 2 y uno. Pero donde existe una institución de nivel 1, no tiene por ello que existir una o más instituciones de superior sofisticación de la atención. Y cuando hablo de superior sofisticación de la atención no estoy desmejorando el concepto de atención de la salud que debe existir en todos los niveles de atención y, que debe ser pronto, excelente, cálido y contable. Esta regionalización se facilita y se financia mejor con la unificación de los servicios de atención.
La regionalización es científica no emocional. Cuesta, no es barata, pero la podemos convertir en una vulgaridad financiera y un desastre de asistencia.