La sexualidad sana y bien entendida, aquella que se logra mediante una formación integral, basada en conocimientos vertidos por la biología y la sociología, estructurada en la ética y moral del comportamiento, y, divorciada de infundados slogans, es un instrumento de bienestar y felicidad.
Por eso, rechazo y me molestan las consecuencias de una sexualidad manipulada por la ignorancia o impuestas por la superioridad artificial o real entre los individuos. Una de ellas, los embarazos precoces o en niñas.
En el año 2016, se estimó en 545 millones el número de embarazos en niñas adolescentes, entre los 10-14 años de edad, que ocurrieran en todo el mundo[1]:
Este grupo de adolescentes muy jóvenes constituyen casi la mitad de los 1,200 millones de los adolescentes entre 10-19 años y 8% de la población total mundial. Esto obliga a dirigir la atención y esfuerzos a la salud sexual y reproductiva de los más jóvenes y sus necesidades. Esta población de adolescentes muy jóvenes es una de las poblaciones que goza de mejor salud, la más sana. Es también la que experimenta cambios muy rápidos y significativos de su desarrollo sexual, físico, cognitivo, emocional y social. Toda clase de influencias individuales, interpersonales, colectivas y de la comunidad como de los eventos sociales y económicos de las regiones que habitan influyen en este grupo en crecimiento y desarrollo. En estas edades comienza la pubertad y el desarrollo sexual. Con esto, la experimentación de la sexualidad aparece en forma agresiva y florecen las relaciones premaritales, entre la curiosidad y la coerción, con sus consecuencias.
Esto sabemos de un estudio realizado en más de 100 países en desarrollo, que arrojó los siguientes datos:
Entre los años 2002-2014 se estudiaron las características de la población femenina que se hicieron abortos clandestinos en 28 países de bajos y medianos ingresos: 5 en el África, 13 en Asia, 8 en Europa y 2 en Latinoamérica y el Caribe. Esta situación, que habla por embarazos no deseados y por prácticas inseguras y no higiénicas del aborto, reconoce que paralelo al hecho de que las niñas van más tiempo a la escuela y más mujeres trabajan fuera del hogar, está la desproporcionada presencia de abortos ilegales en el grupo de edad de mujeres entre los 20-29 años de edad. En los países asiáticos y europeos estudiados se reveló también un número desproporcionado de abortos en mujeres entre los 35-39 años de edad. Ahora cada país tuvo características particulares y así en 11 de 12 países asiáticos, entre 73%-85% de los abortos ocurrieron en mujeres que ya tenían dos o más hijos. Y, sin embargo, en Nepal, solamente 1/3 parte de los abortos ocurrió en este grupo etario de mujeres.
A pesar de algunas variaciones, el denominador común fue que mujeres de cada grupo social y demográfico se practicaron abortos no importara que fuera en países donde está restringido. El 86% de todos los abortos en el mundo ocurren en países con ingresos bajos y medianos.
Es urgente que los gobiernos hagan conciencia de su obligación de otorgar los instrumentos de educación y formación apropiados a los jóvenes, para asegurar una sexualidad y reproducción sanas y generadoras de bienestar y felicidad.
[1] Woog V and Kagesten A: The Sexual and Reproductive Health Needs of Very Young Adolescents Aged 10-14 in Developing Countries: What Does the Evidence Show? Guttmacher Institute Report, May 2017