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Con este abarcador tema, lo mejor es definir ictericia y lo que corresponda, resumirlo a 2 o 3 aspectos, que no debieran ser controversiales pero, que por persistir en su práctica, es necesario analizar escuetamente. Ictericia proviene del vocablo griego ikteros que significa: amarillo.

 

La piel de los niños se torna amarilla en el período neonatal y pocos meses después de iniciados los alimentos sólidos. No le demos más vuelta a este asunto. La ictericia neonatal fisiológica del niño a término no tiene ni el mismo origen ni el mismo curso, ni el mismo pronóstico que el tinte amarillo producido por ciertos alimentos, ricos en vitamina A y carotenos. Por tanto, tampoco se manejan igual ni con la misma urgencia ni con la misma estricta vigilancia.

 

No comparto –como no lo comparten quienes conocen a cabalidad la razón de la ictericia neonatal fisiológica y la forma como trabaja la luz artificial- el consejo de sacar al sol a los recién nacidos amarillos o ictéricos. Tampoco prevalece hoy la directriz de hace 2 décadas de suspender la lactancia materna para el manejo de la ictericia neonatal prolongada.   Menos comparto el consejo de algunos de eliminar de la dieta de los niños que crecen, aquellos alimentos de color amarillo, naranja y verde, ricos en carotenos.

 

“sacar al sol para la ictericia neonatal”.

 

Se fundamenta en la observación en algún lugar de Francia, a finales del siglo XIX o principios del XX, que neonatos cerca de los ventanales y luz de un cuarto de recién nacidos no se les notaba el tinte amarillo que a los otros niños, localizados en sitios más lejos de tales ventanales y la luz solar. Es cierto que algunos estudios incluso sugirieron que la luz solar era más eficiente en el manejo de la ictericia que la luz de la fototerepia y que podría considerarse en lugares donde no hubiera acceso a la terapia con luz artificial[1], pero eso no es validez para extrapolar el concepto particularmente, cuando en el modelo experimental la localización de las lámparas de fototerapia baten la eficacia de la luz solar, que tampoco es predecible en el día a día.

 

Para hacer una explicación costosa, sencilla y barata, tenemos que reconocer que el espectro de la luz solar es amplio y va desde la luz ultravioleta hasta la luz ultraroja. En ese rango, expresado en nanometros, hay luz en el rango de la fototerapia y hay luz dañina, que quema y calienta la piel. El rango de la luz que utilizamos en las lámpara de fototerapia es un estrecho rango entre 425-475 nanometros (nm), que no contiene luz dañina, que no calienta ni quema. El exceso de la luz solar no es solución inocua para manejar la hiperbilirrubinemia neonatal y no debe aconsejarse ni hacerse.

 

 

 

“suspender la lactancia materna por ictericia neonatal”.

 

Hace ya varias décadas que consideramos suspender la lactancia materna como parte del manejo de la ictericia, basados en el hecho de que la leche materna contiene un metabolito de la progesterona (pregnano-3-alfa-20beta-diol) que inhibe la acción enzimática[2] que induce la conversión de la bilirrubina no excretable (bilirrubina no conjugada o indirecta) por la forma excretable (bilirrubina conjugada o directa), fenómeno que se lleva a cabo en las células hepáticas o hepatocitos mediante acción enzimática.

 

Esa ictericia por la leche materna (aparece entre los 4-7 días de vida) es diferente a la ictericia por lactancia materna (aparece en los primeros 3 días de vida), donde el problema es el pobre volumen de producción de leche con la subsiguiente deshidratación del niño. La bilirrubina conjugada es entonces excretada en la bilis, un proceso que requiere alta energía y va a la luz intestinal donde la flora intestinal la metaboliza en la forma a excretarse en el excremento o heces.   Esta acción bloqueadora realmente es insignificante y no justifica sacrificar la lactancia materna que, a su vez, estimula el peristaltismo intestinal con lo que la excreción fecal de la bilirrubina es favorecida.   Entonces ya dejamos de aconsejar la suspensión de la lactancia materna en niños ictéricos o amarillos por exceso de bilirrubina en su torrente circulatorio, excepto quizás “en aquellos niños cuyos valores andan por encima de los 20mg/dL”, un resabio al miedo legal de esa cifra más que a una razón científica de peso. Y, mejor todavía, ante la ictericia en niños a término lo que aconsejamos es incrementar la frecuencia de las mamadas. Entonces, en lugar de suspender la lactancia, estimule una mayor frecuencia de alimentación.

 

 

 

“elimine los alimentos amarillos de la dieta de su hijo que se ve amarillo”.

 

La hipercarotenemia que tiñe la piel –particularmente donde hay más tejido cartilaginosos como la nariz, orejas, plastas de los pies y palmas de las manos- resulta de la acumulación de beta-carotenos, productos de la vitamina A, que se encuentran en ciertas legumbres y vegetales. Los carotenos non son tóxicos al cerebro ni a ningún tejido y no equivalen a la ictericia neonatal por exceso del pigmento biirrubina[3].

 

No existe justificación alguna, ni estética siquiera, para suspender la ingestión de esos alimentos como “tratamiento” de la descoloración amarillenta en los niños que ingieren vegetales y legumbres amarillas, rojas, naranjas y verdes. El pediatra lo que debe hacer es asegurarle a los padres lo benigno de esta condición y enfatizar que no necesita tratamiento y explicarles sobre los alimentos que son ricos en carotenos.

 

Otras causas de carotenemia en los niños son muy raras. Solo en las circunstancias en que los padres son muy ansiosos estaría justificado disminuir la ingesta de alimentos ricos en carotenos.

[1] Salih FM: Can sunlight replace phototherapy units in the treatment of neonatal jaundice? An in vitro study. Photodermatol Photoimmunol Photomed. 2001 Dec;17(6):272-7

[2] Deshpande PG: Breast Milk Jaundice en Medscape. Updated Dec 31, 2015

[3] Schwartz RA: Carotenemia en Medscape. May 05, 2017

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