- Mar 26, 2015
- Pedro Vargas
- El niño, Maternidad, Padres
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Sobre fórmulas del primer año de vida
La lactancia del recién nacido debe dirigirse a favorecer un crecimiento y un desarrollo sanos, con no riesgos o los mínimos de adquirir infecciones o enfermedades, y que no resulte onerosa a pesar de ser de fácil acceso o consecución. No hay que ser adivino para reconocer ampliamente que la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido y, exclusivamente, por los primeros 4-6 meses de vida.
Dicho esto es necesario señalar que la industria láctea ofrece una alternativa a las madres para la lactancia de los primeros meses de vida, particularmente en circunstancias especiales.
Aunque la lactancia materna tiene contraindicaciones muy raras es también necesario señalarlas. Las madres con hepatitis B activa o infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana adquirida, el virus linfotrófico de células T humano tipo I o II , brucelosis y tuberculosis no tratadas. Igualmente, madres con herpes simple activo con lesiones en los pechos. Otro grupo importante lo constituyen madres dependientes de narcóticos, madres fumadoras y madres alcohólicas. Y, por último, madres que requieren medicamentos de uso crónico o prolongado que tienen probado efecto nocivo sobre el bebé.
Es por eso de significado valor que el pediatra que orienta a la madre en el cuidado del recién nacido conozca de las fórmulas que dispone en la región donde trabaja, para que sus recomendaciones sean precisas y correctas. Que señale que la dilución de la fórmula en su preparación que no sea la indicada en la lata, afecta negativamente la ingesta calórica y de nutrientes de su hijo, lo que afectará su ganancia de peso y su salud.
Las fórmulas suelen tener diferencias unas de otras; en algunos casos son diferencias significativas que las constituyen en fórmulas especiales. No necesariamente la fórmula más costosa es superior, aunque las fórmulas especiales, como aquellas que hidrolizan la proteína o la pre- digieren para eliminar la posibilidad de alergias o las otras donde la fuente de carbohidrato no es la lactosa para evitar las molestias de la intolerancia a este azúcar, debido a los procesos de producción tienen costos superiores a las fórmulas regulares. Otras fórmulas especiales son las de mayor densidad calórica, más calorías por los mismos volúmenes de leche, utilizadas para alimentar a los prematuros y recién nacidos de muy bajo peso.
Es importante puntualizar que las leches de soya no son leches hipoalergenas y su uso en niños alérgicos a la proteína de la leche puede ser no solo fallido sino nocivo y peligroso. Las leches de soya pueden indicarse en pacientes que padecen de deficiencia de lactasa y por tanto son intolerantes a la lactosa y en aquellos niños con galactosemia, una enfermedad metabólica por la cual hay que evitar la ingestión de galactosa. Algunas madres vegetarianas, prefieren alimentar a sus bebés con leches de soya, algo que crearía deficiencias de elementos importantes en estos bebés.
Las leches anti reflujo no son necesarias para el manejo de cólicos ni de reflujo fisiológico, una condición que tienen todos los niños y que se resuelve con la posterior maduración del tracto gastrointestinal y, que es diferente al reflujo patológico, que sí merece un tratamiento integral, con leches anti reflujo incluidas.
Una última palabra, cambiar de una marca de leche a otra de la misma naturaleza, no está contraindicado. Si la fórmula regular o la fórmula especial de la marca X, se cambia a la de la marca Y por razones escasez, por ejemplo, el niño no se verá afectado por ello, no va a tener más hipo, no va a tener más cólicos, no va a estar más irritable.
Recuerde que la gran mayoría de los bebés pueden y deben tomar leche materna como su primera leche.