Call: +507 269-9874
Address: Consultorios Médicos Paitilla

La vacunación de los niños es la práctica que nos identifica a los pediatras. Una práctica responsable que obliga educar a las familias sobre ella y a escucharles sus preocupaciones, que surgen de mala información o de información sesgada. Sin embargo, no es pequeño el número de familias muy ansiosas con respecto a la vacunación en los niños.  Eso nos señala un camino por hacer en la educación sobre una de las más prontas y eficaces formas de mejorar el sistema inmunológico de los niños.

Claro que hay una historia detestable en la historia de la investigación de las vacunas.  Allí está el infame estudio de sífilis de Tuskegee, en 1932.  En cada error la ciencia sí recapacita y corrige, lo que no hace la maledicencia, que encuentra trillo para enlodar.  La historia de la Humanidad está ligada a las enfermedades y las enfermedades le hicieron molde de tumba a la civilización.  Las vacunas vinieron y se quedan para modificar ese rumbo de pérdidas, de tristezas y de frustraciones.  No quiero volver sobre el asunto de la vacuna contra el rotavirus, porque la impertinencia me incomoda, solo una línea: más niños murieron en los países pobres por suspender una vacuna cuyo riesgo resultó magnificado por la sociedad que lo dedujo. La reanudación de esa vacunación sigue salvando vidas entre los más pobres.

Durante mi entrenamiento en Pediatría, el dominio de la ciencia de la vacunación y el conocimiento profundo de las vacunas fue materia de toda la residencia.  Aparte de ser una actividad médica basada en evidencia científica, es una obligación ética, desde la investigación de ellas hasta su distribución con justicia social y su continuada vigilancia con su aplicación.  La vacuna se acaba cuando se aplica, la vacunación continua, por si todavía desconocen este científico de la actividad de vacunar.

Todos los que estamos vacunados contra COVID-19 lo hicimos gracias a la aprobación de “uso de emergencia” de ellas.  Hoy, 1 de noviembre de 2021, son siete mil sesenta y nueve millones, quinientos cincuenta y cuatro mil seiscientas dosis aplicadas en el mundo: 7,069,554,600.  Gracias al “uso de emergencia de ellas”.  Para no irnos lejos, se empieza a andar mejor por las calles, se ingresa menos a los hospitales de enfermos de covid-19, ocurren menos muertes, nos abrazamos los vacunados y podemos estar sin máscaras, guardamos aún distancia física y volvemos a colocarnos las máscaras cuando compartimos con personas no vacunadas, poco a poco se reabren negocios y se reanudan labores y se empiezan a rescatar economías, la más tardía de las recuperaciones porque no se hace sin personas sanas y no solo emprendedoras.  ¿Cuántas cuantos enfermos, cuántas muertes y cuántos ahorros y fortunas se han ahorrado con esta actividad de la vacunación?  Alguien hará los cálculos algún día.

Ahora el método científico se enfoca en aquellos que no se han podido vacunar porque para hacerlo se requiere primero, probar eficacia y seguridad, probar la evidencia de su beneficio.  Y, gracias otra vez a los rigurosos ensayos iniciales, que han corroborado seguridad y eficacia, se acaba de aprobar por el mismo camino que Ud. y yo estamos vacunados, el de “uso de emergencia”, que se inicie la tan necesaria vacunación contra COVID-19 en niños de 5 a 11 años de edad.  Y yo espero, que se nos indique prontamente, desde que edad en el primer año de vida, se pueden vacunar niños más pequeños.

La falacia de que los niños no enferman ya está desnudada.  Los niños sí enferman y, cuando los adultos ya no enferman porque están vacunados, entonces la enfermedad de los niños viene a agobiar a los padres y familias enteras, a consumir esperanzas por un final pronto y feliz, los niños son los que ocupan las camas hospitalarias, los niños son los que sufren el síndrome post COVID-19 por tiempo desconocido y gravedad no calculada, los niños están en riesgo de muerte prematura.

No hay enfermedad infecciosa para la que exista una vacuna, que exima al niño, lo más temprano posible, de recibir tal vacuna.  Desde su vida intrauterina, a la mujer embarazada se le vacuna después de la semana 27 del embarazo contra difteria, tos ferina y tétanos, para proteger a su bebé por nacer; en los primeros días del nacimiento, al niño se le vacuna contra la hepatitis B; a partir de las 6 semanas de vida se le inician sus vacunas contra las infecciones por rotavirus, polio, tétanos, difteria, tosferina, Haemophyllus tipo B, neumococo y se continúa la vacunación iniciada contra la hepatitis B.  Las vacunas contra la meningitis por el mortal y mutilante meningococo se comienza también en los primeros meses de vida, según la región.  Al año de edad se inician las vacunas contra el sarampión, la rubeola, las paperas, la hepatitis A, la varicela.  Después de los 9 años de edad ya se puede vacunar contra el virus del papiloma humano a niñas y niños y así se van completando vacunas y refuerzos durante toda la vida pediátrica.

Una vacuna contra una enfermedad infecciosa nueva que afecta a todas las edades de los chicos, con diversa importancia o gravedad para la salud y para la sociedad, siempre será propuesta y usada en la infancia. Es un principio de la medicina., es una práctica pediátrica validada y es una promesa de alcanzar la edad del adulto.  No tiene que ser diferente para vacunar contra COVID-19.  ¿No bastan los números de pérdidas de la pandemia?  Alejemos el raciocinio y el discernimiento de la canalla politización y de disgustos y rencillas personales.  1/11/2021

 

 

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.