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Hace poco, en una intervención en Rompamos el Silencio sobre los efectos de la pandemia en los adolescentes, recordaba que la adolescencia es un período que solo se entiende en la medida que sabemos qué es un adolescente.  Decirlo parece “una cantinflada”.

 

El adolescente tiene que aprender por si solo y probarse independencia, superioridad cognitiva, capacidad y berraquera para explorar riesgos, materializar su curiosidad sexual y socializar. Todo eso, el aislamiento y la enfermedad lo obstaculizan.  Si lo vemos en esa perspectiva, situado en un tiempo particular en la sociedad, vacunarle contra la infección por SARS-CoV-2 es una forma de permitirle cursar por la adolescencia, como hemos cursado todos nosotros.  También, le protegemos de enfermar y morir por COVID-19, o, enfermar a otros por esta terrible enfermedad.

 

Por eso, recibir noticias de la excelente respuesta de los adolescentes entre los 12 y 15 años de edad, a la vacunación con la vacuna de Pfizer (BNT162b2), de la plataforma basada en el mRNA, es no solo agradable, sino que debe impulsar el esfuerzo nacional para no postergar la vacunación de estos grupos.

 

Frenck Jr. y colaboradores[1], acaban de publicar hoy 27 de mayo los resultados de su estudio multinacional, controlado con placebo, ciego al observador donde de manera al azar asignaron participantes en una relación de 1:1 para recibir 2 inyecciones, separadas por 21 días, de 30 µg de BNT162b2 o placebo.  El objetivo del estudio fue probar que no existiera una inferioridad en la respuesta inmune en la población de participantes de 12-15 años, al compararla con la población de participantes de 16-25 años. También se evaluaron las reacciones y eventos adversos (seguridad), como la eficacia contra la enfermedad confirmada por el SARS-CoV-2 (inicio de COVID-19 a los 7 días o más de la 2ª dosis de la vacuna).

 

El estudio lo constituyeron 2,260 adolescentes de 12-15 años de edad, que recibieron las inyecciones: 1,131 recibieron la vacuna y 1,129 recibieron el placebo.  Los efectos adversos observados no fueron serios: dolor en el sitio de la inyección (en 79-86%), fatiga (en 60-66%), dolor de cabeza (en 55-65%).  Y, lo mejor, la producción de anticuerpos neutralizantes fue 1/76 veces superior entre los participantes de 12-15 años cuando se comparó con los participantes de 16-25 años de edad, probando no inferioridad en la respuesta inmune.

 

En resumen, entre los adolescentes de 12-15 años, la vacuna de Pfizer (BNT162b2), demostró un perfil de seguridad favorable, produjo mejor inmunidad que en adultos jóvenes y fue altamente efectiva contra COVID-19.

 

 

 

[1] Frenck Jr. RW, Klein NP, Kitchin N et al: Safety, Immunogenicity, and Efficacy of the BNT162b2 Covid-19 Vaccine in Adolescenets. May 27, 2021 DOI: 10.1056/NEJMoa2107456

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