Como “una propuesta desastrosa y nociva desde su concepción”, califica el presidente de la Academia Americana de Pediatría (AAP), Fernando Stein, MD., la presentada por los senadores republicanos Lindsey Graham (de Carolina del Sur) y Bill Cassidy (de Louisiana).

La AAP ha calculado que el cuidado médico e higiénico de millones de niños y familias sería afectado negativamente, una vez puesta en práctica tal propuesta para el sistema de salud de los EEUU. Las propuestas hacen daño, son dañinas, dice el comunicado de la AAP dirigido por el Dr. Stein. En la actualidad, 95% de los niños norteamericanos están cubiertos para el cuidado de salud y cerca de 37 millones de ellos confían su salud a Medicaid. Con la propuesta de Graham y Cassidy esto se iría por la borda al aplicarle un límite superior a los costos de la cobertura.

“Se trata de familias de verdad e historias reales de problemas especiales y necesidades de cobertura sensibles”, le recuerda el Dr. Stein a estos legisladores republicanos que regresan con su propuesta a negar la cobertura por problemas congénitos o condiciones pre-existentes, a todas luces una conducta no ética y sin valores, que amplía la brecha entre ricos y pobres, mientras exacerba diferencias odiosas de inequidad.

Cada estado podrá manejar los mismos asuntos de distintas formas mientras millones de personas, entre ellos niños, se les secuestra su derecho a la salud, a la atención de la enfermedad y al crecimiento y desarrollo normales o útiles. Y, como si fuera poco, el plan elimina subsidios a más de 9 millones de personas, subsidios que ayudarían a cubrir los gastos de las pólizas de seguros.

Con esta propuesta se decapita el cuidado preventivo y la aplicación de medidas anticipatorias para conservar la salud integral del niño, el más vulnerable de los seres humanos. Lo decapitan quienes tienen en sus manos la hoja que corta cuando termina su viaje desde el tope de la guillotina y con ella ruedan también sin vida los derechos humanos, la equidad, la justicia distributiva. Ese invento de los senadores republicanos Graham y Cassidy bien puede catalogarse, como la guillotina de la Revolución francesa, como un “invento infernal”.