“Vuelve y traba” el lenguaje medieval de un grupo que se identifica como eclesial, señalando cómo debe votar “un católico o cristiano”. Y en su perorata marginada del Evangelio, se envuelve en el manto de los que defienden la familia heterosexual, la potestad de los padres para educar “sin ideología de géneros”, y, rechazar la unión entre personas del mismo sexo. ¿Por qué no se hacen otros interrogantes antes de erigirse como los dueños de la moral cristiana?
Como la ciencia brilla por su ausencia y el humanismo es solo un adorno que ni se sabe lucir, este grupo dentro de una vasta Iglesia, lo primero que hace es demostrar todo eso. Como alguien ha dicho, parecieran vivir “lejos de la ejemplaridad de Jesús”. El amor al prójimo por sobre todas las cosas no está en su recetario, porque este es de odios y mentiras.
A mí me preocupa más como se hacen los padres hoy día entre las parejas heterosexuales, con tecnología, intereses y sin amor; como se utilizan los hijos para sostener falsas uniones donde no hay siquiera aprecio por el otro; como se maltrata a los niños y adultos por su divergente orientación sexual, al punto de constituirlos en el grupo de mayor riesgo de suicidio en nuestras sociedades materialistas. Me preocupa más el tipo de enseñanza que padres que no comparten sus vidas, ni siquiera cuando viven juntos, y menos cuando, como en la mayoría de las ocasiones cada uno hace su vida aparte después de haber hecho los hijos, puedan impartir para formarlos. Me preocupa ¿por qué ese padre tiene potestad sobre su hijo, o qué clase de potestad, cuando no lo cuida, cuando no lo ama, cuando no lo alimenta ni le viste o calza?
Qué feo es construir un hijo en un vientre ajeno con gametos que no son los de sus “deseosos padres”, para solo decir que esos son sus hijos y luego se divorcian porque no se aman y ahora se echan en cara que ese no es su hijo pero tampoco es del otro; o, rechazar adoptar alguno que también nació en otro útero y con material genético de otros padres porque es el producto de un abandono donde no hubo amor. Pero aquello se aplaude y, el rechazo a darle un hogar a un niño abandonado, no se auspicia con el mismo entusiasmo. La caridad de una crianza amorosa no se pregona, se nota.
Hay más amor cristiano en traer al mundo un hijo con amor para el hijo, no importa cómo se traiga, qué tecnología se use, si son o no heterosexuales sus padres, con o sin que haya pareja. La responsabilidad de tal empeño y empresa es innata al amor que se profesa a ese hijo, no así cuando el hijo es instrumento de coacción o propiedad.
Solo la paternidad responsable puede reclamar potestad y debe quedar claro que potestad no es propiedad. ¿Por qué los hijos tienen que ser víctimas una y otra vez más de las malas decisiones de sus padres? ¿Qué y cómo educa una madre con tantas parejas como hijos tiene, sumida en la pobreza que la lleva a variadas formas de prostitución, en una sociedad punitiva sin empatía ni solidaridad? ¿Son esas enseñanzas del Evangelio? Intolerancia y fanatismo son herramientas del odio.
Y, ¿qué es ideología de género? ¿Es acaso borrar las detestables diferencias -hechuras sociales aún no superadas- entre el ser masculino y el ser femenino, basados en roles que mientras le abren horizontes a uno le cierran los del otro? ¿Es acaso un instrumento que destruye el discurso del más fuerte sobre el más débil? ¿Es respetar los valores de la persona humana sin miramientos a sus capacidades y condiciones? Los derechos humanos nacen de la urgente necesidad de proteger a los más débiles, a los no privilegiados, a los más vulnerables sin hacer muletas ni sillas de ruedas para que anden, sino altivos seres humanos con un futuro que labran sus manos y su intelecto. ¿Por qué rehúso esto para mi madre, para mi esposa, para mi hija? No es ideología es identidad, es equidad y es ética. Es “un ordenamiento político mundial con motivación ética”, como en economía ha señalado alguno.
Como dije al inicio, seguir los signos de los tiempos es obligante para salir de esa horrible historia de errores de la Iglesia, que la ha hecho tan contradictoria al proclamar un Evangelio que no practica. Y cuando digo Iglesia, me refiero a todos los que pertenecemos a ella y no solo a quienes la administran. 1/5/2019