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No es una observación de solamente los padres sino también de los pediatras que hoy día “se vacuna mucho”. Pero la expresión puede prestarse a ligeras interpretaciones que quiero señalar porque conllevan un sentido de rechazo innecesario.

 

Hoy día hay más prevención, a través de las vacunaciones, de más enfermedades infecciosas que lo que hubo en el pasado. Hoy día se vive mejor que antes. Por ejemplo, en 1800, la esperanza de vida incluso en los países más ricos (Países Bajos o Estados Unidos) era inferior a la del país con el menor índice de salud en el 2012 (Sierra Leona)[1].

 

Con porcentajes altos de vacunación en la comunidad, las muertes por ellas ha disminuido sustancialmente en el mundo y no solo el número de enfermos. También han disminuido de forma clara y significativa los gastos en salud pública por las enfermedades y sus complicaciones como por las secuelas. Esto redunda en bienestar económico porque, además, hay menos ausentismo escolar y laboral con la prevención de las enfermedades.

 

Pero es cierto que, con el número de vacunas disponibles para prevenir enfermedades infecciosas y cáncer (cáncer hepático, cáncer cervical uterino de la mujer, como cáncer bucofaríngeo), los encuentros de niños con sus pediatras son menos agradables o se hacen desagradables. Quizás nos falta comparar esto con lo más desagradable del encuentro de un niño o una niña con la infección y la enfermedad.

 

Mi propósito al usar este medio de comunicación es educar, aparte de que es también mi pasión.

 

No hay excepción válida para no vacunar a un niño excepto que haya demostrado alergia severa (anafilaxis) a uno de los componentes de la vacuna o frente a una enfermedad debilitante y severa, que compromete su estado general. Los niños que son receptores de transplantes de medula ósea son excepción por un tiempo variable y para vacunas manufacturadas con virus vivo[2].

Aparte de lo enumerado arriba, no se justifica en ningún estadio, postergar la vacunación por:

 

  • fiebre
  • diarrea (excepto vacunas orales)
  • otitis media aguda
  • tos
  • moco nasal
  • estornudos
  • dolor abdominal
  • infección urinaria
  • uso de antibióticos
  • uso de corticoides orales o inhalados
  • porque “son muchas”

 

En situaciones que se consideren de difícil decisión el pediatra debe individualizar su decisión y preguntarse si la vacunación ¿es segura para el niño enfermo? y ¿es el paciente conocido o fácilmente localizable para cuando sea prudente la vacunación?

 

No hay ninguna razón científica para no aplicar todas las vacunas pendientes o que corresponden en un mismo día. Hay validez de razones de tipo pragmático, emocional o por respeto a la autonomía de los padres y paciente para no vacunar, postergar la vacuna o modificar los tiempos. Yo me eduqué con el principio de no postergar las vacunaciones por ningún motivo, aunque aquí, entre la industria y el Minsa, me quieren re-educar a postergar, a fuerza de no proveernos puntualmente con las vacunas probadas y aprobadas, mientras nosotros tratamos de educar a la población que las vacunas tienen su calendario y su número, que deben respetarse. Quizás una de las dificultades importantes estriban en que los pediatras no contemplamos razones económicas o financieras en la práctica privada y las políticas de salud pública anteponen esas razones a otras. Y lo dejo allí…

 

Quiero resaltar: “no existe contraindicación alguna para la administración simultánea de cualquier vacuna en el esquema de vacunación del niño como tampoco hay un límite al número de vacunas que se pueden dar de una sola vez. El niño, entonces, debe recibir simultáneamente TODAS las vacunas a las cuales él/ella es elegible al momento que hace su vista al centro de salud o a su pediatra[3].

 

 

 

Las vacunas son muchas, pero no son excesivas. Por ser muchas, el calendario de vacunación está cargado de ellas y de costos. En el sector público son gratis. En el sector privado se pagan.

 

Hubo una época que algunas vacunas se retiraban del Ministerio de Salud sin tropiezos ni costos. Hoy, la autoridad de Salud Pública exige que sea el pediatra en persona quien retire el biológico, como si este profesional tuviera todo el tiempo del día para dedicarle a funciones no profesionales. No basta que la forma de retirarlo se cumpla con la cadena del frío, sino que tiene que estar en carne y hueso quien las ha solicitado. Eso, es un auténtico mecanismo obstructivo de la vacunación, como el de las excusas para no vacunar. En algún momento no fue así. Qué vició o que trastorno de la personalidad hizo que esto cambiara es difícil señalarlo, sin tener que afrontar a un juez en un estéril estrado de justicia.

 

 

La noticia de que el celebrado investigador Luc Montagnier se pronunciara recientemente para afirmar que las vacunas son las causa de la “muerte de cuna” me toma y no, de sorpresa. De sorpresa porque no creo que él haya dicho semejante tontería. Sin ninguna sorpresa porque lo que impera en las redes sociales es la mentira y la blasfemia. Tendré que esperar para comentar sobre esto, si es necesario.

 

 

Favorecer intervalos mínimos entre las dosis de las vacunas de dosis múltiples mejora la posibilidad de una respuesta óptima de un sistema inmunológico intacto. Una dosis dada antes de que se haya concretado el intervalo mínimo (toda edad de vacunación tiene intervalos, no son fijas las edades) no garantiza una eficacia máxima para la producción de los anticuerpos protectores y, en el otro extremo, pasar más allá del intervalo superior recomendado, no disminuye la eficacia de la vacuna. Uno NO debe volver a comenzar una serie de la vacuna por esta razón.3

 

Hay situaciones cuando pasadas las edades recomendadas nos encontramos con un niño o un adolescente que no recibió ninguna o alguna de las vacunas recomendadas. No hay que castigarlo por ello. Se le debe iniciar su vacunación no importa cuánto tiempo de atraso haya transcurrido y para ello también hay esquemas diferentes que todo pediatra y todo centro de vacunación deben conocer.   Es preferible vacunar como se recomienda cuando nos encontramos con records de vacunas incompletos o cuando no se tienen. Justificar hacer otra cosa es ignorar la importancia de asegurar que el niño o el adolescente complete sus vacunas.

 

 

 

Todavía algunos vacunan a los niños prematuros según su edad corregida y no según su edad cronológica. La edad corregida es aquella edad cronológica a la que se le ha sustraído el número de semanas o meses que le faltaban para completar una gestación de 40 semanas, cuando nació. Por ejemplo, si nació cuando tenía 32 semanas de gestación, o sea 8 semanas antes del embarazo a término, cuando tenga 2 meses de haber nacido –edad cronológica- no tendrá 2 meses de edad sino que esa es su fecha para haber nacido, o sea, edad 0 meses. Entonces algunos prefieren no vacunar con las vacunas señaladas para los 2 meses de edad sino hasta que cumpla 4 meses de haber nacido. Esto se hizo bajo la presunción de que no está “maduro” suficiente para hacer buenos anticuerpos como respuesta a la vacuna. Esto no es cierto. Por otro lado, al haber nacido antes de alcanzado el término gestacional, los anticuerpos maternos protectores que cruzarían después de ese tiempo de gestación interrumpida, no lo hacen y no le llegan al bebé. Esto disminuye su protección por lo que llamamos inmunidad pasiva por traspaso de anticuerpos materno-fetales por vía de la circulación placentaria.   Lo otro que conocemos es que la respuesta inmunológica de ese bebé que no es extremadamente prematuro es suficiente para levantar una protección suficiente frente a los riesgos de no tener nada más que lo poco que le transfirió su madre antes de que el embarazo fuera interrumpido. Tampoco es cierto que en estas circunstancias, el niño prematuro es vacunado prematuramente y puede enfermar más que un niño maduro. Yo vacuno con edad cronológica, como hacemos muchos otros pediatras y neonatólogos.

 

No todas las vacunas para los mismos propósitos específicos tienen el mismo precio, están igualmente disponibles en el mercado, tienen las mismas restricciones por edad ni la misma recomendación de un mismo número de dosis como tampoco son igualmente fáciles de administrar. Por ejemplo, para vacunar contra le infección gastrointestinal por el rotavirus hay una vacuna cuyo esquema es de dos dosis y hay otra, cuyo esquema es de 3 dosis; para un recién nacido de 1 días de edad, la vacunación contra la hepatitis B no puede hacerse con una vacuna múltiple (“bundle”) porque los otros componentes de ese biológico no son para esa edad de ese recién nacido. La vacuna para ese bebé es ese biológico que solo contiene la vacuna contra la hepatitis B. En los meses posteriores, ya puede utilizarse el biológico con múltiples vacunas.

 

Es preferible utilizar vacunas combinadas y contrario a lo que algunos creen, sin ninguna evidencia. Se evitan múltiples inyecciones, estas vacunas ya tienen probada eficacia y seguridad, se evitan múltiples visitas al centro de salud o al pediatra y es más difícil dejar vacunas pendientes. Yo no me canso de sorprenderme como personas con acceso a buena información se dejan llevar por falsos profetas.   Y hablando de vacunas múltiples es importante reconocer que el vacunador, sea pediatra o internista o enfermera no está autorizado para combinar vacunas en una misma jeringa para disminuir el número de inyecciones, como tampoco se debe reducir el volumen original de la vacuna para repartirla entre dos pacientes o para aplicar una dosis menor a un niño con un biológico para adulto. Esto hay que observarlo cuidadosamente porque en situaciones de pobre disponibilidad de biológico se recurre a estas conductas cuya seguridad y eficacia no han sido probadas.

 

Y, finalmente, las vacunas NUNCA deben aplicarse en los glúteos. Hasta los 5 años se aplican en la cara anterior y lateral del 1/3 superior de los muslos y en niños mayores, en la región del músculo deltoides en los hombros. La inyección debe ser rápida, con cuidado y suavidad y sin aspirar previamente. En las regiones musculares recomendadas no existe riesgo de inyectar el biológico directamente en el torrente circulatorio de una vena y, mucho menos, de una arteria. Cuando se aplican en el mismo sitio varias inyecciones, se deben aplicar con una separación mínima de aproximadamente 2.5 cm una de otra.

[1] Bregman R: Utopía para realistas. Ediciones Salamandra. Barcelona. 2017

[2] Immunization. En: Quick Reference Guide to Pediatric Care. 2nd. Edition. Editor in Chief: Deepak M. Kamat, MD, PhD, FAAP. Associate Editors: Adam, Baum, Campbell, D’Alessandro, Dewitt, Foy, Kaviani, Kelleher, McInerny, Miller, Rosenbloom, Severson, Shah, Wilson. AAP. 2018

[3] Hillenbrand K: Immunization and Vaccines. En: Succinct Pediatrics. Evaluation and Management for Common and Critical Care. Ch30, pp:327-336. AAP. 2015

3 Hillenbrand K: Immunization and Vaccines. En: Succinct Pediatrics. Evaluation and Management for Common and Critical Care. Ch30, pp:327-336. AAP. 2015

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