“La madre del diagnóstico es la clínica”: la información que se obtiene de un interrogatorios amplio y completo, y los hallazgos que descubre un minucioso examen físico.
Hoy no basta tener síntomas o signos de enfermedad para recrear la incertidumbre y la ansiedad, con ella, que lleva a las personas, no solo a tomar medicinas, sino también a tomar decisiones sobre exámenes y estudios. El auditorio es grande, el escenario es uno: la amenaza de enfermarse con Covid-19, el ambiente está ya diseñado:
Voy solo a esbozar sobre las diferentes pruebas de laboratorio que pueden ser útiles para afrontar el diagnóstico de una infección por el SARS-CoV-2, y voy a hacerlo en un lenguaje puntual y sencillo.
Son tres (3) las pruebas o métodos moleculares de los que se dispone hoy día para esta infección:
El cultivo del virus SARS-CoV-2 aparte de requerir una serie de condiciones costosas expone al riesgo de infectar a los técnicos y no se utiliza hoy para investigar las poblaciones por la infección.
Prueba de PCR es la más sensible (capacidad de reconocer todos los infectados) y específica (capacidad de descartar los no infectados), hasta que no se conozca de la existencia de otras cepas virales) para detectar la presencia del virus SARS-CoV-2 porque se basa en la amplificación del ácido nucleico viral. Si la prueba es negativa, no se tiene la infección; si la prueba es positiva, se tiene la infección. Sin embargo, realizada muy temprano o cuando la carga viral es muy baja, el resultado de la prueba puede no correlacionar con infección.
Prueba para detectar el antígeno es una forma más rápida y sencilla que la PCR. Un resultado positivo es altamente indicativo de que se tiene la infección, pero un resultado negativo no descarta la infección, podría tratarse de un falso negativo, por su baja sensibilidad, algo confirmado cuando se compara con la sensibilidad de la prueba de PCR. Sin embargo, la presencia de fragmentos puede ocurrir por un tiempo, y marcar positiva aún curado el paciente ya no está infectado y no tiene capacidad de infectar, por lo cual esta no debe ser la prueba a realizar para determinar si ya no existe la infección.
Prueba serológica (IgG e IgM) es la que yo considero la Cenicienta de las pruebas y, desafortunadamente, la más cerca de ser favorecida por la decisión de las personas. Estas proteínas o inmunoglobulinas no son parte del virus, por tanto, no pueden usarse para determinar la presencia o no del virus o de la infección, como sí lo pueden ser las pruebas que detectan material genético del virus, como la PCR o la prueba de antígeno. Las inmunoglobulinas son la respuesta inmunológica de nosotros frente a la invasión por un organismo extraño, como lo es un organismo infeccioso. Como no conocemos siquiera qué tipo de anticuerpo ni por cuánto tiempo circula después de la infección, la interpretación de los resultados de estas populares pruebas es responsablemente difícil.
Atención:
Solamente el médico que conoce la historia y ha examinado al paciente es el indicado para ordenar laboratorios que él se responsabiliza de interpretar. Ha sido desafortunado que las autoridades de salud no hayan prohibido a los laboratorios recibir órdenes de estos exámenes, sin la firma responsable de un médico.