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El conocimiento en Medicina cambia, a veces se vuelve sobre algo anterior, otras veces no se regresa.  

La inmersión en agua para aliviar el dolor físico y psicológico es antiquísima, sin embargo, para el parto y nacimiento fue popularizado en los años ’70 por un constructor de barcos, el ruso Igor Tjarkovsky.  

 

Ahora se trae al medio nuestro con ímpetu y pasión; con argumentos emotivos, que obscurecen aspectos probados, unos, e inconclusos, los otros;  y que obstaculizan una discusión crítica.  Respeto la divergencia, no así la manipulación de lo científico con prejuicios o fines aviesos.

 

Sí quiero enfatizar que: (A) mientras no se cumplan los requisitos para un ensayo clínico experimental: (1) aleatorio y controlado, (2) avalado por un comité de Ética, (3) descrito en su totalidad en vocabulario claro y preciso a los sujetos del experimento, (4) con consentimiento informado y amplio; y, (B) mientras no se cumpla con sistemas y estructuras que ofrezcan seguridad y prontitud para el manejo de complicaciones inesperadas; naturalmente que yo no seré uno de esos «expertos» a quienes algunos, interesados en este asunto por razones diversas, les exigen haber estado en un parto en agua o en un parto a domicilio, para ser considerados como tales.

 

Debe estar claro que, a pesar de que los médicos entrenados y formados académicamente consideramos que el nacimiento de un niño sano no es una enfermedad, también se nos enseñó en nuestras escuelas de Medicina y hospitales de entrenamiento, que existen situaciones inesperadas o condiciones desconocidas hasta el momento del parto, que requieren de una pronta intervención médica y, por eso mismo, el nacimiento en una facilidad hospitalaria como el hospital mismo o un centro para nacimientos (Birthing Center) es una elección correcta.  

 

Toda persona, y la gestante no es la excepción, tiene el derecho inalienable de escoger lo que desea.  También tiene el derecho inalienable de cambiar de parecer. Y, antes, tiene el derecho inviolable de ser informada honrada e integralmente.   El médico tiene la responsabilidad con esa gestante y con el bebé que ella nutre en su útero, de enseñar sobre los aspectos científicos del embarazo y del nacimiento, y su disposición de honrar la confianza que ellos han depositado en él o ella.  Solo después de una información amplia y veraz  puede considerarse la decisión de la gestante -no necesariamente inmediata- como autónoma.  De otra manera, sería el resultado de una manipulación inmoral.

 

 Cualquiera que esté pensando en dar a luz en su casa y/o en el agua, fuera de un centro hospitalario, debe conocer a cabalidad los riesgos.  Por ejemplo, nacer en el hogar aumenta el riesgo de muerte neonatal 2 y 3 veces, comparado con el riesgo de nacer en el hospital, como lo ha puntualizado en el 2011, el Comité en Prácticas Obstétricas del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología.  No conozco las cifras nacionales pero el riesgo no lo da la geografía regional sino el alejamiento o distancia a un centro que pueda responder con tiempo a una situación que puede llevar a la muerte.

 

También reconocemos los médicos -y no solo un grupo de iluminados nuevos- que existen intervenciones innecesarias en todas las áreas de la Medicina. Unas por ignorancia, otras por temores infundados, otras por temores fundados, otras por intereses comerciales o financieros, otras por condiciones psiquiátricas.  Por eso son innecesarias y peligrosas.  Pero eso no es decir que todo lo que se hace a nivel hospitalario alrededor del nacimiento de un bebé, es y ha sido nocivo.  

 

«Durante toda la existencia humana, las mujeres han dado a luz sus hijos típicamente en tierra» (Comentario del Committee on Fetus and Newborn, 2004-2005, en Pediatrics 2005;115:1413-1414).  

A pesar de que la labor de la gestante sumergida en agua podría estar asociada a menos dolor y menor uso de analgésicos y anestésicos, esto no se acompaña de ninguna evidencia probada de que mejora el resultado del nacimiento (Committee on Obstetric Practice American College of Obstetric & Gynecology y American Academy of Pediatrics: Committee Opinion. Number 594, April 2014).

 

La mayoría de los estudios que existen sobre la inmersión en agua durante la labor de parto son de tipo observacional. Ver: The Cochrane Collaboration/Cluett ER, Burns E: Immersion in water in labour and birth (Review). The Cochrane Library. 2012, Issue 2. Wiley Publishers.http://www.thecochranelibray.com. 

 

Solo existe un ensayo válido para análisis que revela la satisfacción materna con su experiencia de parto.  No existe ningún ensayo clínico, según la revisión más reciente de The Cochrane Collaboration, que evalúe el efecto de la inmersión en agua durante el tercer estadío de la labor, es decir, durante la dilatación completa del cuello uterino y el nacimiento del bebé.

 

Mientras tanto, tengo que decir como ha publicado recientemente la Sociedad Panameña de Pediatría, como ha señalado el Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología de los Estados Unidos, como lo ha enfatizado la Academia Americana de Pediatría, y como lo ha consensuado la Sociedad Española de Pediatría, la Sociedad Española de Neonatología y la Sección Perinatal de la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología que, no estoy de acuerdo con el parto en agua.  

Tampoco estoy de acuerdo con el parto domiciliario, por las mismas razones de inseguridad y de tardanza en la respuesta terapéutica que prefiero evitar, cuando me he comprometido por la integridad del recién nacido.

 

Sin embargo, no descarto que en el futuro, las madres que desean que su primer período de labor de dilatación y borramiento del cuello uterino transcurra inmersas en una tina de agua en un centro hospitalario nacional, sea una oferta segura para ambos: ella y su bebé.  Mientras no sea así, es un riesgo innecesario y una propaganda irresponsable.

 

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