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Una paciente, muy gentil y responsablemente, me ha hecho llegar una grabación de un programa de reflexiones o “Punto de vista”, a cargo de un señor Alejandro Bermúdez.

 

Su información dice obtenerla del International Journal of Infectious Diseases (IJID).  La trae a colación para probar que la oferta de aborto en caso de fetos enfermos con Zika es un interés o propósito científico y social de tipo criminal.  No creo que el propósito de ningún hombre o mujer de ciencias es hacer proselitismo por el aborto. El asunto se ha dirigido para hacer una consideración, que se deja en la decisión autónoma de la mujer y su pareja, frente a un problema de invalidez para toda la vida. Entendiendo por autónoma una decisión ampliamente informada y sin coerción externa o interna. Algo difícil o fácil de superar según otro importante aspecto, como es el de la cultura y creencia de las personas. Pero quiero ir al aspecto enteramente académico de esta situación.

 

En primer lugar, el número del IJID correspondiente a marzo del 2016 señala que reunir millones de viajeros internacionales y locales a un evento como el de las Olimpiadas en Brasil, constituyen un serio riesgo de adquirir la enfermedad; la infección por el virus del Zika se está diseminando rápida y globalmente desde su detección en Brasil en mayo del 2015; y reconoce la asociación que se ha hecho entre la infección del virus del Zika con la microcefalia de fetos de madres embarazadas infectadas. Incluso señala que es posible que esta asociación entre la infección y la microcefalia hubiera pasado desapercibida en otras regiones del mundo por una baja incidencia de la infección o por no gozar aquellas instituciones de salud, de mecanismos de detección temprana de situaciones de higiene y salubridad. Llamar la atención sobre la necesidad de colectar más información científicamente escrutada, no invalida el estado actual del arte y de la ciencia sobre esta enfermedad. El mismo artículo hace especulaciones científicas válidas, que son el punto de inicio de otras investigaciones. Así trabaja la ciencia, no creando falsas expectativas ni tergiversando los resultados.

 

Como lo mencionara ya antes en otro artículo mío, el Zika se conoce desde 1947 cuando, en los bosques de Zika, en Uganda, se aislara en un mono rhesus este flavovirus trasmitido por picaduras de mosquitos y, ahora sabemos de casos que también se han transmitido por las relaciones sexuales o transfusiones de sangre. En América, su invasión es nueva y el brote de su infección se nota en el año 2015. Esto es importante porque es cuando se enfatiza la observación científica de la infección y se describe el cuadro clínico observado.

 

Porque la enfermedad se caracterice por fiebre, una erupción cutánea con manchas y ronchas, dolor de cabeza y ardor en los ojos, como dolores musculares y articulares y se autolimite o contenga, no se quiere decir que no sea potencialmente seria y grave. Muchas enfermedades adquieren su gravedad dependiendo del huésped, su edad o su género.  Esa definición que le da importancia a una enfermedad u a otra por solo las molestias transitorias que produce es propia de las personas que desconocen sobre medicina. Por ejemplo, la rubeola que daña irreversiblemente cerebro y sentidos a un feto, puede transcurrir en la mujer embarazada con muchas o pocas molestias. El daño se da por el momento durante el embarazo o la edad concepcional del mismo, cuando ocurre la infección materna y fetal.

 

Son diversas las publicaciones científicas y no científicas que han ocupado sus páginas para esbozar asuntos de interés, objetivos o subjetivos, válidos o sesgados, ciertos o falsos, sobre esta enfermedad febril transmitida por el mosquito Aedes. Por ser lo más reciente publicado por una revista de autoridad ganada, el New England of Medicine (NEJM), la data que comparto con ustedes está responsablemente expuesta en el número del 19 de febrero de 2016.

 

Como el Sr. Bermúdez ha construido un triángulo entre Zika, microcefalia y proselitismo científico por el aborto, paso a lo medular de su desafortunada opinión, que sugiere que microcefalia es solo estética, que no está asociada a la epidemia del zika y que es un instrumento más que una muy probable consecuencia de la infección durante el embarazo.

 

Si bien es cierto que microcefalia es la descripción de un cráneo pequeño, cuyo manifestación estética no es la que nos preocupa a los médicos, tampoco significa que dentro se encierre un cerebro, o un cerebro dañado, o que no puede haber un cerebro que funcione apropiadamente. Para decir esto, también hay que tener conocimientos médicos. Por eso, traer como ejemplo “la microcefalia” de una persona que funciona con todas sus facultades cognitivas, no es argumento sólido para negar su importancia. Igualmente hay cráneos grandes, macrocefalia, que funcionan normalmente y otros que para nada. No es la circunferencia del cráneo lo que nos importa, pero ella señala alarmas. Es el contenido del cráneo, el cerebro. ¿Está intacto? ¿Es su arquitectura normal? ¿Su función le permite independencia al individuo que así se presenta? Y, naturalmente, secundario a estas preocupaciones científicas vienen las éticas, las sociales, las políticas y, por qué no, las culturales y las religiosas.

 

El ministerio de salud del Brasil ha observado que la incidencia de microcefalia se multiplicó por 20 durante la epidemia de Zika en la región noreste del país. Entonces, científicamente es válido hacer una asociación, que no es lo mismo que una relación probada de causa-efecto, con el brote nuevo y significativo de Zika. Hasta allí, no hay ningún desvarío científico ni médico. Similar es la asociación observada con un surgimiento en la Polinesia francesa y en el mismo Brasil del síndrome de Guillain-Barre, algo que el Sr. Bermúdez no discute porque su interés es encañonar su artillería contra los que, según él, solo tienen interés criminal en acabar con la vida de bebés que crecen en el útero materno.  Sin embargo, ya comienza a esbozarse una relación causal entre a infección materno fetal y la microcefalia por daño cerebral irreversible.

 

Mlaka J, Korva M, Tul N y colaboradores de los institutos de Patología y de Microbiologia e Inmunología y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ljubljana, en Slovenia presentan un caso de transmisión vertical, es decir de madre a hijo en útero, del virus Zika en una mujer de 25 años de edad, de origen europeo, muy probablemente infectada con el virus en el noreste de Brasil (en Natal, la capital de Río Grande do Norte) durante el final del primer trimestre de su embarazo. Hacia la semana 13 de su embarazo estuvo enferma con fiebres altas, dolores musculares y esqueléticos como retrobulbares (detrás de los ojos), prurito y una erupción generalizada de manchas y ronchas (máculo popular). A las 14 y 20 semanas de embarazo un ultrasonido fetal revelaba un feto con crecimiento y anatomía normal. A las 29 semanas de gestación ya se encontraron los primeros signos ultrasonográficos de anomalías fetales. A las 32 semanas ya el feto dejaba de crecer normalmente, lo que llamamos restricción del crecimiento intrauterino con una placenta aparentemente de normal tamaño pero ahora con calcificaciones y la cabeza fetal estaba por debajo del percentil 2 para la edad gestacional, una descripción que señala significativa reducción del perímetro de la cabeza para las semanas de embarazo transcurridas. También ya se notaba un crecimiento anormal de las cavidades del cerebro, los ventrículos, que suele ocurrir a expensas de pérdida de tejido cerebral o de obstrucción del sistema de drenaje del líquido céfalo raquídeo. Se observaron múltiples calcificaciones en el cerebro, cuya estructura, por las imágenes, no eran definidas como deben ser. Esto todo es consistente con un proceso infeccioso intrauterino que afecta seriamente el crecimiento y el desarrollo del cerebro fetal. La madre solicitó un aborto y se le realizaron estudios histopatológicos (de los tejidos cerebral y de la medula espinal) con tinciones especiales y microscopía electrónica que se correlacionaron con los estudios de ultrasonografía fetal. Una oportunidad de oro para ver qué lejos la asociación de microcefalia con daño cerebral se podría llevar. Resumo los resultados en términos que se puedan entender para todos:  infección cerebral fetal severa por virus del Zika transmitido de la madre al niño. Y no es el único caso que revela lo mismo. El daño también se le produce a la placenta por el virus. No se encontró virus o partículas virales en otros tejidos, y sí hallazgos de destrucción neuronal que sugieren una fuerte afinidad o apetito por el tejido nervioso (neurotropismo), que sugiriera yo en artículo anterior.

 

Estos y otros hallazgos histopatológicos sugieren que los daños a las neuronas está directamente relacionado con la presencia del virus en su sistema retículoendotelial, fuente de la energía celular, lo que produce la detención del crecimiento y desarrollo del cerebro con la consecuente microcefalia. Aún más, estos hallazgos también sugieren que el virus permanece por tiempos largos en el tejido cerebral, un medio “inmunológico seguro” para el virus. Una medición de las “copias” virales encontradas en el cerebro fetal reveló su superioridad numérica cuando se compara con el número de “copias” en el suero materno. Estudios de la secuencia genómica también permiten hacer la observación de que la cepa del virus presente en el Brasil proviene del Asia. Otro hallazgo que confirma la diseminación rápida y global del virus. Ningún invento! Al cierre de la publicación del NEJM, se calculaban más de un millón de pacientes con sospecha de la infección. Esto es una pandemia.

 

No está de más que aún hay mucho que investigar sobre este virus, pero eso lo hacen los hombres y mujeres de ciencia no los alarmistas analfabetos de ciencias.

 

Cuando se recomienda no viajar a zonas con alta tasa de infección por el virus Zika, se hace una recomendación sensata. Cuando se recomienda que toda embarazada que hubiera estado en alguna de esas regiones debiera consultar prontamente a su obstetra, se hace una recomendación sensata. Cuando se hace la consideración de escuchar a la mujer embarazada con un feto infectado sobre el aborto, se está permitiendo una discusión amplia y respetando una decisión autónoma, no se está obligando. Sin embargo, las políticas de salud o las decisiones en salud como políticas siguen solamente a la evidencia, es decir, a los hechos probados, y, en ese camino, se construye hoy sobre los imperativos de salud pública frente a la pandemia de Zika. 19/2/2016

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