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Las pantallas del celular o las de las tabletas y, lógicamente, las de los televisores no son para los niños preescolares. Definitivamente han venido para quedarse y son una forma de ayuda para las madres y padres ocupados, sin embargo es necesario reconocer sus potenciales efectos nocivos.

 

Ninguno de los beneficios que enumeran las madres de hoy día cumplen los requisitos para asegurar un desarrollo ni cognitivo ni emocional sanos, es lo que nos dice los investigadores hoy día.  Aquellos que inicialmente se consideraron un logro, han demostrado que no lo son.  Por ejemplo, el escuchar a Mozart no hace al niño más inteligente, aunque no dudamos que le tranquilice.

El niño desde muy temprano necesita explorar su derredor, tropezarse y equivocarse de ruta, oír la voz de su madre y sentir su piel y sus caricias, ver a sus ojos y tocar sus labios.  Sabe qué hacen las pantallas en esas edades?  Obstaculizan aquello que es parte del aprendizaje del niño con su madre y quienes los cuidan. En términos hoscos, le hurtan su necesidad de comunicación visual, de sentir los olores de su mamá, por ejemplo, o recordar los sonidos que escuchaba mientras crecía en el útero materno.

 

No ha sido buena idea darle su teléfono celular al niño de 4 meses de edad, como tampoco lo es darlo a mayor edad en la infancia.  Al menos, no darlo para que se distraiga por largos minutos mientras nos ocupamos de otros deberes, incluso en el círculo de actividades domésticas.

 

En cualquier medio cuando se comparte una compañía o una conversación -el hogar o la oficina de trabajo o un restaurante- el teléfono celular distrae y aísla del resto de las personas.  Aunque todos comentemos el error de interrumpir la compañía por contestar o escribir, todos reconocemos que no es ni una buena costumbre ni denota atención por los otros.

Después de aquel día primero donde se exigió el contacto “piel con piel” y “lactancia materna exclusiva”, el contacto y la lactancia deben continuar para enriquecer el desarrollo y el crecimiento del bebé.  Se irá conociendo mejor y con alegría al bebé que llegó a la casa y ambos, bebé y madre, tendrán un apego de incuestionable valor cognitiva y emocional.  No permita que nada interrumpa ese camino.

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