“Los cólicos no existen”, suelo decirle a las mamás, particularmente las mamás de primera vez. ¿Por qué? Por la costumbre de llamarle “cólico” a toda queja o molestia o llanto del bebé durante los primeros 2-3 meses de vida. Porque si no se contrarresta la experta opinión de las nanas, prácticas, abuelas, tías, primas, vecinas, amigas y enemigas, se fracasa en el intento de bajar la ansiedad de las madres.
Pero los niños pequeños sí pueden tener molestias gastrointestinales cuando se quejan, y asumo, que es a estas molestias a las que todos llamamos “cólicos”.
La inmensa mayoría de los niños que se quejan o se tornan molestos (“fussy”) no lo hacen porque les duela algo en la cavidad abdominal. Lo hacen por:
y después en esa listada recortada,
y, mucho después,
Lo otro que suelo decirle a las madres que me indagan sobre los “cólicos de los bebés” es que “si el embarazo no fuera de 9 meses sino de 12 meses, quizás “los cólicos” no tendrían razón de existir.” Me refiero a que la inmadurez del tracto gastrointestinal del recién nacido a término todavía dará que hacer.
Poner un alimento, leche, por ejemplo, en la boca, deglutirlo, movilizarlo por la peristalsis o el movimiento intrínseco (propio) y propulsivo del tracto esófago-gastro-intestinal, solo significa que esos órganos están hechos al momento del nacimiento, o que están “completos”. Otra cosa es poder mezclarlos con todas las enzimas digestivas –de la saliva, del estómago, del páncreas y las vías digestivas, del intestino- para iniciar y continuar su digestión, excreción o absorción, y su papel en la nutrición. Hacer todo el trabajo químico y antes, alguno del trabajo físico cinético es función, no estructura. Esa función no es totalmente eficaz al nacer, aunque es bastante buena al punto de permitir la sobrevivencia. Ahora, un exceso de alimentos o demanda de trabajo, por ejemplo, da al traste con la eficiencia y aboca a problemas que llevan a consultar. Es entonces importante reconocer que una cosa es nacer a término y otra cosa es nacer con todas las funciones maduras.
Volviendo a los cólicos más usuales, los enumerados antes en el primer orden, ninguno necesita de medicamentos, de fármacos, de drogas. Necesitan una madre tranquila, amorosa, pendiente, alerta, presente. Eso es lo que quiere su bebé cuando, incluso, no es que se sienta mal, sino que quiere compañía y calor. Una mamá contenta que le sonríe a cada rato y le conversa a su bebé recibe de vuelta un bebé que sonríe, es juguetón y está feliz. Una mamá triste o deprimida por razones varias, generalmente comienza más tarde a preocuparse de que su bebé no se sonríe y está tenso y “fussy”.
La solución a esas causas de “cólicos” en su bebe son de sentido común: