- Ene 28, 2023
- Pedro Vargas
- Adicciones, Adolescentes, Cerebro Humano, Ciencia, Cultura Científica, Cultura médica, Drogadicción, Jóvenes, La Prensa, MAESTROS DE MEDICINA, Marihuana, Marihuana Medicinal, Marihuana recreativa, Neurociencia, Para Doctores
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La adicción es profunda, persistente y patológica, como se ha descrito para otras enfermedades neurológicas. La cuarta P sería, pediátrica. Para quienes todavía no le dan importancia a la generación de esta enfermedad del sistema nervioso central en las edades de la niñez, pubertad y adolescencia, es necesario recordar que las adicciones alcanzan su pico más alto entre los adolescentes y la población que empieza a alcanzar la adultez, entre los 12 y 29 años de vida.
A mis pacientes en la pubertad y la adolescencia les pregunto, ¿qué entienden por adicción?, ¿qué por adicción química?, ¿qué sustancias conocen que son adictivas?, ¿son la marihuana, la nicotina, o el alcohol, nocivos?, ¿qué entienden por comportamientos adictivos?, ¿son los juegos de azar, el ejercicio físico, la comida, el sexo o la pornografía, adictivos?, ¿qué lo determina?, ¿qué relación común tienen tolerancia, síndrome de abstinencia y compulsividad? Antes les he preguntado si les enseñan sobre adicciones en sus escuelas secundarias y las respuestas son variables pero deficientes.
Una adicción la define la búsqueda compulsiva y continuada de un uso a pesar de sus conocidas consecuencias negativas, incluso calle, cárcel o cementerio. Ya lo he esbozado anteriormente: es en la edad pediátrica cuando el desarrollo del cerebro cruza por críticas trincheras para alcanzar la madurez estructural, p.ej., el adelgazamiento o disminución del volumen de la sustancia gris por la poda de conexiones sinápticas innecesarias y el aumento del grosor de la sustancia blanca o incremento del volumen, con mayor mielinización de axones, que hace más eficiente la conexión entre diferentes regiones del cerebro y una organización interneuronal superior, que transmiten la intimidad bioquímica de los deseos, las emociones, los sentimientos, la memoria, el aprendizaje, las motivaciones. Es la edad también cuando el sistema de recompensa meso-límbico (“Reward System”) reacciona con mayor intensidad a los estímulos gratificantes, más que en cualquier otra edad, y de allí su importancia al coquetear con riesgos y caer en la dependencia y adicción a drogas.
El desarrollo funcional del cerebro humano viene de atrás (regiones posteriores) hacia adelante (regiones anteriores) lo que se manifiesta con una madurez tardía de los sistemas de control cognitivo localizados en las regiones prefrontal y frontal. Este desarrollo estaría terminando después de los 22 años de edad y quizás no antes de los 25 años. En esta fase crítica del desarrollo yace ese desbalance entre el deseo de búsqueda de sensaciones de riesgos (sistema motivacional meso límbico) y el juicio de lo correcto e incorrecto (cortezas prefrontal y frontal), del modelo dual de sistemas, que favorece el uso de drogas psicoactivas y el desenlace de sus adicciones, con mayores niveles de adicción entre los adolescentes. A esto se le suma en esas edades el desarrollo de la socialización que, junto con la interacción de estos otros dos procesos afectivo-emocionales y de control cognitivo, potencia la tendencia y direccionalidad hacia las actividades y comportamientos de riesgo. La resonancia magnética funcional ha permitido descubrir todos estos procesos de la plasticidad neural.
Todas las adicciones se inician con un agrado que nunca se sospecha se transformará en desagrado. Las drogas no discriminan, pero quienes más abusan de substancias suelen ser varones jóvenes de cualquier clase social o económica, aunque es en las clases de bajo poder adquisitivo, donde los crímenes que acompañan a las adicciones son menos ocultables. La adicción no es un producto de estilo de vida, de privilegio o abandono social, no es una falta de voluntad, no es una sinvergüenzura, ni es la diversión de un vicioso. La exposición temprana a substancias psicoactivas no se puede evitar con legislaciones que facilitan el trasiego legal de ellas bajo engañadizas propiedades, como se hace con la “marihuana medicinal”, y cuando sin ingenuidad, se considera que tal exposición se puede controlar con los mismos mecanismos que no han controlado el trasiego de personas, el contrabando de armas, la explotación de las mujeres y hombres de la prostitución, el trato indigno de seres humanos convertidos en migrantes, el secuestro y violación de niñas.
La consideración de que la marihuana no es nociva y, peor, que es “medicinal” es uno de los grandes facilitadores para que la sociedad y los individuos hayan ido de forma creciente aceptándola, al punto de legalizarla para uso recreativo. La secuencia es clásica: de marihuana medicinal a marihuana recreativa. Desafortunadamente, quienes toman estas decisiones desconocen probablemente la gravedad de la adicción entre los adolescentes y los jóvenes adultos, porque se detienen en otros asuntos domésticos que les alejan de sus propios hogares. Pregúntenle, señores legisladores, a las madres panameñas si están de acuerdo con legalizar la marihuana.
El uso de substancias adictivas se inicia en la niñez, durante la pubertad y la adolescencia, por razones neurobiológicas expuestas en este artículo. Allí se hace el daño permanente al cerebro de estos niños y adolescentes, allí se hace trocha para el fracaso escolar y laboral, para la amputación abrupta de una profesión, del éxito y del bienestar, de hacer familia y construir un país. No puede ser más falsa la preocupación por “el niño, la esperanza del futuro”, cuando se le tranca el futuro con legislación descuidada que indudablemente enriquecerá a los mismos y dañará a los mismos, cuando el niño de hoy no se toma en cuenta solo para arengas no sentidas y aquel que se desarrolla en el útero materno se hace invisible en el humo exhalado de la marihuana en combustión en la mujer adulta y embarazada.
Es probable que usted piense que voy a mencionar el daño que hace la exposición fetal a la cocaína. No, porque esto no es difícil sospecharlo. Con la aprobación legislativa de la “marihuana medicinal”, el oxímoron del siglo, es de alto riesgo que se le de paso prontamente, como ha ocurrido en otros países, a la legalización de la marihuana recreativa, a la intoxicación accidental de niños que ingieren marihuana en alimentos o dulces de sus padres, al uso de marihuana en todas sus formas durante el embarazo. La marihuana secuestra el cerebro al tomar de sorpresa y engañar el sistema cannabinoide endógeno que todos tenemos, incluso el feto durante y después de su desarrollo. Las mayores concentraciones de THC (tetrahidrocanabinol), el componente psicoactivo y adictivo, y menores de CBD (canabidiol), el componente no psicoactivo ni adictivo, en la marihuana de hoy, engendran una relación altamente adictiva que afecta las señales del sistema cannabinoide endógeno fetal y se puede manifestar más tarde en la adolescencia. A estos fetos humanos también se les ha demostrado menos receptores de dopamina en regiones cerebrales del sistema motivacional, como es el cuerpo striatum ventral, que aumenta el deseo compulsivo por buscar substancias, demostrado en el comportamiento de animales. Publicado por el diario La Prensa de Panamá, el 27 de enero de 2023